jueves, 18 de noviembre de 2010

ANÁLISIS DEL NUEVO CONTEXTO

ANÁLISIS DEL NUEVO CONTEXTO

Voltaire
“El tiempo, que es el único que fragua la reputación de los hombres,
hace finalmente respetables los defectos”


SINCERIDAD Y AUTOCRÍTICA

Si la cuenta no me falla todavía me falta un poco más de tiempo para que se hagan ciertas esas habladurías populares que dicen que: “el hombre tarda dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”; entre tanto esto no suceda, trataré de aprovechar ese tiempo que resta para seguir analizando la realidad de nuestro país, siempre que el contexto cambiante así lo determine; y aunque luego tenga que desdecirme o corregir lo dicho, todavía aún me queda la opción de apelar como todos hacen a la benévola acción del olvido (maravillosa práctica argentina para poder seguir haciendo política sin culpas) para que borre para siempre de la memoria colectiva, las palabras, actitudes y posiciones políticas que he respaldado junto a hombres de mi generación, desde que nuestra joven conciencia alumbró a la política de liberación con la muerte del Che Guevara. (Allá por el año 1967 dictadura militar de Jose M Guido)
Trataré de explicar escuetamente esta aparente incongruencia: es que quien procede después de todo con honestidad y se equivoca ante la apreciación de cada hecho histórico, sólo deberá pedir disculpas por la evaluación errónea, corregir el rumbo y seguir luchando; en cambio quien procede deshonestamente y miente para favorecer sus intereses, personales o de sector (ese no es mi caso) necesitará una mentira cada vez más grande para tapar su mentira anterior. (De ahí que se dice con razón que todo mentiroso es un traidor)

Como tantos argentinos, siento una gran necesidad de entender el momento político que vive nuestro país y para ello deberé hacer un esfuerzo importante para desprenderme de toda subjetividad y pre-supuestos que habitan en mí como rescoldos de una formación política y una larga militancia de una causa que sólo obedece a una denominación a secas, ¡Peronismo!.

Para ello necesariamente debo gambetear con las ideas entre dos vocablos antagónicos, objetividad y subjetividad para lograr un estado de pensamiento ideal a la hora de (expresar una idea, escribir una reflexión o simplemente transmitir un pensamiento) analizar los sucesos con libertad, ya que éstos me involucran junto a toda la sociedad de la cual soy parte. (Dudando a priori de que ese estado sea propiedad de los hombres)
Si la consigna que me impongo para este escueto análisis deja alguna utilidad posible a la hora de echar luz a un imperfecto (y éste lo es) razonamiento de la situación política que vive nuestra Nación post-mortem de Néstor Kirchner, sentiré que el esfuerzo bien intencionado cumplió con la motivación de comprender este significativo suceso de la historia política de nuestro tiempo.

PROCESO POLÍTICO

Un proceso histórico político de la Nación, nace de condiciones específicas concretas entre el pueblo y sus fuerzas activas que luchan por el poder en un contexto peculiar que hace único a ese tiempo como sujeto histórico de una nación (diciembre de 2001; que se vayan todos). Por ello se dice que un proceso político al igual que los hombres, nace, se desarrolla y muere; pero a diferencia de éstos, el proceso político no muere en tanto no surja otro que lo remplace. (Ver artículo en este mismo blog “procesos políticos y liderazgos verdaderos”)
Un proceso político necesariamente se compone de dos partes sin las cuales no debería tener la categoría de tal; son dos fuerzas antagónicas que compiten entre sí, una que se orienta hacia el cambio (no siempre el cambio puede juzgarse bueno para el pueblo) y la otra que resiste a ese cambio, (a veces la resistencia al cambio es negativa para el pueblo) ambos tienen actores que representan un rol específico en el desarrollo del mismo proceso, esto es por ejemplo: el líder que encarna la conducción y dirección de dicho proceso, sólo que esta vez dividido en dos fuerzas antagónicas que compiten entre sí.

Si esto es así, esta definición me lleva a reflexionar sobre el siguiente interrogante: si la objetividad es propia del objeto y sus características (nuestro país) ¿se debe relacionar con el sujeto (el líder) y con la forma que éste posee de ver, entender y transformar el objeto?. Desde este punto de vista creo que sí, por ello el 27 de Octubre pasado, no sólo murió el ex presidente Néstor Kirchner; sino que también sufrió el mismo deceso el proceso político que el encarnaba y lideraba. (Kirchnerismo)
Nos podía gustar o no el “modelo” que desarrolló hasta su muerte, podemos disentir con las prácticas políticas que implementó como método de construcción de poder dentro y fuera de nuestra Nación, y aún nos podía disgustar la confrontación ideológica que utilizó como argumento para justificar su acción de gobierno y construir su autoridad política, pero lo que sí es cierto es que su presencia dominó la escena política argentina de los últimos siete años.

Pero este breve análisis estaría incompleto si no observamos la otra parte que le falta a este proceso político llamado Kichnerismo, esto es la oposición, (en todas sus variantes) ésta se había organizado como antagónica al cambio propuesta por Kirchner. Así vemos hoy, como este sector a comenzado a desarticularse con la misma rapidez que desapareció el sujeto productor que dio origen a esa “resistencia”, es decir, perdió su razón de ser en el tiempo y el espacio en los cuales se formó y desarrolló este proceso (por querer generar un sistema político opuesto basado solamente en la figura del ex presidente) que intentamos interpretar.
Georgi Arbato, politólogo ruso, le lanzó a su enemigo los EE.UU. con motivo de la disolución de la Unión Soviética una frase que haría historia:

"Les hemos causado el mayor de los daños porque los hemos dejado sin enemigo".

Un país no puede funcionar por mucho tiempo sin un nuevo proceso político que lo organice y le de curso a las expectativas de su pueblo; es más tampoco lo puede hacer sin una nueva autoridad política que conduzca ese proceso y reinicie el nuevo ciclo por donde debe transitar la democracia argentina.
De ahí se deduce que siguiendo el recorrido de la transición, en la cual estamos, el oficialismo haya quedado en mejores posibilidades de ganar las próximas elecciones que la oposición (porque sólo debe mostrar capacidad de mantener la gobernabilidad en la coyuntura) enfatizando con claridad, que ese episodio absolutamente coyuntural, nada indica que un nuevo proceso político haya comenzado, es tan sólo el correlato final del ciclo anterior que está destinado a expirar ni bien el pueblo argentino construya en sus tiempos, nuevas formas de organización política y con ello fortalezca y ratifique a una nueva autoridad política para su conducción.

GOBIERNO Y OPOSICIÓN
EN TIEMPO DE TRANSICIÓN

Es indudable que la política en argentina se encuentra en un momento de transición luego de la repentina muerte de Néstor Kirchner. La madurez del pueblo y la cordura de sus fuerzas activas están dando cuenta de ello. No sólo porque todos debemos acomodarnos a la nueva realidad política, sino muy especialmente, porque queremos defender el sistema democrático y ser prudentes en la emergencia.
En poco tiempo más los partidos políticos deberán entrar en las primarias partidarias (agosto 2011) para elegir a sus candidatos, y en noviembre del mismo año se deberá elegir a las nuevas autoridades de la Nación (Presidente y Vice). La proximidad entre la muerte de quien fuera en vida el eje central de la política argentina de estos últimos siete años, y las próximas elecciones presidenciales, es demasiado breve como para pretender que en ese lapso el pueblo construya un nuevo liderazgo, ni siquiera hay tiempo para sacar conjeturas a largo plazo; sin embargo la transición abre algunas probabilidades a la hora de sacar alguna precisión posible.
Para Cristina Fernández, legítima presidenta de los argentinos, a quien le cabe (por ahora) la denominación de sustituto del poder real junto a su gobierno, enfrenta una doble responsabilidad en el corto plazo y un desafío en el mediano y largo plazo: mantener la gobernabilidad como imperativo principal del legado democrático otorgado por el pueblo, gestionando eficientemente la acción de gobierno hasta que finalice su mandato y legitimar en el tiempo un incipiente liderazgo (que ostentaba su esposo) de un nuevo orden político en Argentina.

Para la oposición la tarea es un poco más compleja de lo que significaba solamente oponerse a Néstor Kirchner en vida, éste con su avasalladora forma de concebir la política entre buenos y malos, ayudaba a unificar a la oposición obligándolos a aglutinarse en torno a una opinión común que le daba legitimidad a ese accionar; esto es disentir con el “modelo” que se estaba construyendo y resistirse a ello.
Erich Fromm, decía al respecto que: “La convicción de los hombres surge de lo que ellos son, mientras que la opinión solo resulta de lo que ven y oyen. Los hombres ofrecen resistencia sólo en la medida en que tengan una convicción y no sólo una opinión” Hoy gracias a estas sabias reflexiones, podemos descubrir que la opinión es sólo un elemento personal de nuestros intereses, y que ante la falta del catalizador que promovió un frente común convergente entre los opositores, éstos, ya sin una convicción que les sirva de marco referencial y los sitúe en el nuevo contexto como alternativa de poder al modelo imperante, su movimiento se encamina a la dispersión, desarticulándose en el tiempo y dejando al descubierto las verdaderas motivaciones que los unían.


VICENTE SCORDAMAGLIA