miércoles, 18 de septiembre de 2019

DOS CAMINOS DIVERGENTES

Artículo de opinión
DOS CAMINOS DIVERGENTES
Por: Vicente Scordamaglia

Dos caminos divergentes cruzan peligrosamente el horizonte democrático argentino: la consolidación de la democracia como sistema de convivencia y el aumento sostenido (escandaloso) de la pobreza (con hambre). Ambos caminos deberían converger en un mismo fin y transitar con un mismo propósito el camino de la igualdad y la disminución de la alarmante pobreza que padece nuestro país, sin embargo, la democracia por si sola, no alcanza para revertir el flagelo con el que está siendo sometida un número significativo de la población que según los organismos de medición (UCA y el mismo gobierno a través del INDEC) sostienen que quince millones de personas son pobres en un país que obtiene la categoría para alimentar a cuatrocientos millones de personas: esta aberrante calificación es la argentina mal llamada “granero del mundo”.  
¿Es la democracia o es la política?. La Democracia es la cancha (el sistema) donde se juega el partido y la política es la que llevan adelante los hombres dentro del sistema creado para desarrollar proyectos y políticas públicas destinadas a resolver la problemática común de los argentinos. La afinidad entre sistema, proyecto y ejecución debe contemplar el cuidado del bien común y sobre todo el cuidado de los sectores más vulnerables que en periodos de grandes cambios estructurales del estado nacional, son los que más sufren las consecuencias de la inestabilidad política, económica y social. 
El rotundo fracaso económico del gobierno de Macri y sus políticas de ajuste permanente, han aniquilado la cadena de contención que significaba para millones de argentinos la de obtener un trabajo digno, con la pérdida de su vital sustento, el trabajo, principal organizador social de la vida de los pueblos, el gobierno de Macri dejó a la intemperie sin cobertura social y sanitaria a gran parte de las familias argentinas con el serio riesgo ya no solo de la emergencia alimentaria sino también el peligroso emergente de un gran estallido social que contamine (habida cuenta del tiempo que resta) el normal tránsito hacia las próximas elecciones presidenciales que en un eventual cambio de gobierno, genere nuevas expectativas y oxigene las necesidades más urgentes de la población cambiando las prioridades.
La pérdida de confianza sumada a la falta de perspectiva que tiene el gobierno de Macri de resolver lo que no pudo (o no quiso) en tres años y medio, se ve representada en la imagen de un presidente abatido por la gigantesca tarea que significa revertir un revés cantado que a medida que  pasan los días de incertidumbre nacional, se encamina a perder en primera vuelta economizando así la democracia, el tiempo de asunción de un nuevo gobierno y disminuya todo riesgo posible que se insinúa en la medida que no llegue algún paliativo con rapidez que alivie las necesidades más urgentes.
Los caminos se bifurcan y en su devenir, están creando un escenario peligroso que la dirigencia toda debe asumir con los riesgos que esto implica o un desorden social puede arrastrarnos a un abismo anunciado. Muchos se dedican a criticar a la dirigencia social por salir a la calle con la gente y reclamar soluciones urgentes, por el contrario, yo creo que son los únicos que están a la altura de los acontecimientos ya que sin esa contención el caos nos hubiera alcanzado a todos.   
Tomo las recomendaciones de los ecologistas cuando dan la definición de riesgo: “algo está en riesgo cuando las amenazas son mayores que los recursos que se tienen disponibles para la defensa de esa amenaza”. Si esto es así, la realidad nos dice que existe un riesgo potencial de estallido social y las herramientas  disponibles para evitarlo, nos demuestran que los recursos comienzan a ser escasos.