martes, 2 de septiembre de 2025

 

UNA CERTEZA Y MUCHOS INTERROGANTES

Es indudable que la disputa presidencial (salteándose un escalón elecciones intermedias) comienza a tomar aspectos definitorios en una alocada aceleración de la campaña política y sus consecuencias. En este sentido, la dirigencia argentina, está mostrando la peor versión de sus propuestas disponibles. Con rostros desencajados que muestran mezquindades en vez de gestos democráticos, devela la poca comprensión que expresa la política acerca de la demanda electoral de los argentinos a la hora de decidir su voto definitivo. La utilización de la descalificación permanente como método  de campaña son los más sucios argumentos para desautorizar al contrincante, (saturando los medios de comunicación y las redes sociales con acusaciones personales) que en el mejor de los casos son verdades a media o en el peor de los casos, infundadas sin pruebas ni fundamento que la justifiquen; son operaciones destinadas a desacreditar a los candidatos de cualquier signo y someterlos a un esfuerzo descomunal para tener que demostrarle al electorado nacional (hipersensible a los temas de corrupción) que no solo cuentan con idoneidad personal para gobernar sino que también poseen una inquebrantable integridad moral frente al complejo mundo del poder de la política y el dinero de las grandes corporaciones que la sustentan. 

Este método de la más baja estatura política, busca igualar para abajo al conjunto de la dirigencia nacional dejando al descubierto miserias y agachadas de nuestra clase política nacional para dejarlos a todos, “en el mismo lodo todos rebolcaos” (como dice Discépolo en Cambalache)

Es evidente que con estas prácticas de hacer política, en donde solo se destacan los defectos por sobre las virtudes de los candidatos, es bastante difícil suponer que lo que dicen pueda ser creído por el electorado nacional, ya que permanentemente se ven arrastrados por las operaciones de los pillos que operan en las sombras y que a río revuelto sacan su mejor dividendo del proceso democrático y su clase política nacional; pero convengamos que si bien no es la mejor calidad democrática la que aspira nuestro pueblo tampoco se la puede calificar de desastrosa (es lo que hay dirían los jóvenes) obsérvese que a pesar de todo ya podemos ver cómo se van alternando en el poder distintas fuerzas políticas y así la  democracia argentina ve a un presidente que llega al final de su mandato y le entrega el mando a otro presidente electo en elecciones libres y democráticas.

 

Los escasos días que restan hasta las próximas elecciones, más que ser la fecha de llegada, comienza a transformarse en la medida de su cercanía, el día de largada; esto es, se termina el relato de campaña y comienza el nuevo ciclo electoral que con sus más y sus menos será el gobierno que los argentinos sabremos darnos, por ahora, con una certeza (continuidad democrática) y muchos interrogantes.

Van quedando así en este escenario político, pocas alternativas para elegir candidato frente a la creciente escalada y embestidas verbales entre quienes serán los protagonistas principales que, finalmente, deberán persuadir al electorado que sus propuestas están destinadas a cambiar (más allá de las cuestiones de fondo que nuestra sociedad demanda con insistencia) definitivamente las reglas de juego que imperan hoy en la democracia argentina; pero debo decir en este punto con un dejo de desconfianza, que con este nivel de violencia y acusaciones sistemáticas, parece ser difícil que así suceda ya que en la mente dirigencial de nuestro país prima  más el impacto que produce la denuncia que la propuesta útil, franca y llana.

Con la importancia que se le da a los carpetazos anónimos, herramienta favorita de estos tiempos, entre políticos mediocres estimulados por los medios de comunicación que solo buscan hacer su negocio, quieren disfrazar las pocas ideas que manejan a la hora de enfrentar los problemas existentes en el ámbito político, social y económico que nuestra sociedad espera se resuelvan en la próxima gestión con nuevos actores  constituyéndose así en un verdadero dilema que deberán resolver los argentinos a la hora de emitir su voto para elegir con libertad de conciencia y sin aprietes psicológicos a sus mejores representantes.

 

La política, es la forma de interpretar los ciclos sociales, políticos y económicos que se producen en un mundo cada vez más globalizado que solo distribuye desde los centros de poder, los desperdicios de un modelo global cada vez más injusto. Con el avance de la tecnología, sus métodos de dominio se han sofisticado extraordinariamente de manera tal que, en vez de que podamos usufructuar los beneficios que produce el mundo global, solo recibamos los desechos de un sistema diseñado para pocos.

La complejidad del mundo, y en especial de los países excluidos del modelo global, requiere rediseñar proyectos alternativos que incluyan al conjunto de los países del mundo globalizado, aplicando para ello conceptos morales elementales de equidad como los expresados en vida por el Papa Francisco, basados en una humanidad cada vez más justa, libre y solidaria.

Estos conceptos olvidados por el hombre de la “modernidad”, están íntimamente relacionados con los procesos democráticos de los países que tienen que lidiar con las peores lacras de nuestro tiempo como son (la corrupción, el narcotráfico, el subdesarrollo y la pobreza extrema pero más aun, lo peor de todos los males, las guerras que la humanidad entera ya debería de haberla hecho desaparecer de la faz de la tierra.

 

Finalmente, en este contexto mundial y hostil para países emergentes nuestro país elige autoridades políticas para el nuevo período (intermedio) gubernamental, consciente de que le espera por delante realizar un supremo esfuerzo para revertir una tendencia propia de nuestra idiosincrasia  que nos pone siempre al límite del conflicto innecesario, por encima del desarrollo de las virtudes personales y colectivas de nuestra nación; la incertidumbre que señalan las encuestas con respecto al resultado electoral, muestran la delicada línea que existe entre el éxito o el fracaso de la próximas autoridades, esto es: que la lucha por el poder entre cualquiera de los candidatos incluyendo al propio Milei será interpelado con los   restos de un gobierno que no se resigna a aceptar que su ciclo histórico es corto y caduca en el mismo instante en que no resuelva los urgentes problemas que tienen los argentinos en su conjunto y arrastre nuevamente a nuestro país a una confrontación sin precedente condenando al atraso y la ignominia a millones de compatriotas que aspiran dejar atrás los viejos conflictos nacionales y construir un destino común que nos contenga a todos por igual.