ELECCIONES 2015
La política argentina adquirió una dinámica
absoluta. En la medida que se vallan terminando las elecciones locales en
distintas provincias de nuestro país (favorables estas a distintas fuerzas
políticas sin definir nada para las presidenciales) de aquí, hasta las próximas
elecciones nacionales, asistiremos a acciones de alto impacto destinado a
captar la atención de los medios de comunicación y por intermedio de ellos
llegar a la gente para “ensordecer” en cierta medida las verdaderas propuestas
que la gente ansía escuchar. Los centros de campaña de los distintos frentes
electorales no cesan en su empeño para hallar la alquimia precisa que les permita encontrar la formula numérica para
sacar alguna ventaja por sobre sus adversarios para obtener los votos
necesarios y así llegar a tener la oportunidad de “representar” a todos los
argentinos en el próximo periodo gubernamental.
Pero convengamos que lo más
importante de esta ingeniería electoral es para el oficialismo evitar la segunda
vuelta y para la oposición, llegar a ella.
En este incesante desfile de figuras
del espectáculo y el deporte por las PASO que por lejos superan en conocimiento popular a
las figuras de los alicaídos partidos políticos, (aquellos con alguna formación
política) se vieron desplazados de su rol histórico para el cual se han
preparado gran parte de su vida; en este caso, estos nuevos “representantes”
del pueblo, con escasos argumentos ideológicos, utilizando el sentido común y
con el apoyo de alguna encuestadora, se ven beneficiado y son catapultados rápidamente
al escenario político nacional.
Otro tanto sucedió con la incorporación
de los vicepresidentes a las formulas presidencial que se anunció con todas las
pompas, (como si en nuestro país hubieran significado algo mas que para tocar
la campanita del senado o reemplazar al presidente en alguno de los viajes que
este realiza al exterior) este echo que en si mismo debería ser sumamente
significativo y tener alguna trascendencia para cualquier país normal, para el
nuestro en cambio, careció de poco significado y de muy poco interés para la
gente como para que esta decisión modifique el tablero nacional de los
candidatos más encumbrados electoralmente, salvo, la designación de Zannini a
la fórmula presidencial de Daniel Scioli; esta decisión de la presidenta, significo
una señal inequívoca de los intereses del Kirchnerismo después del 10 de
diciembre, dejando en claro que seguirá presente en la política nacional.
En el caso del cierre de
listas con lo que respecta a la distribución de los diputados nacionales, en
este caso sí se observó una disputa mucho más política ya que estos son
verdaderamente quienes van a protagonizar los futuros debates en cuanto que lo
que se espera haya cambios significativo si es verdad que se quiere transformar
definitivamente a la nación, en una verdadera democracia representativa.
En el contexto social, político y
económico, el clima es de una tensa tranquilidad comparado con otros finales de
ciclo; por primera vez en tiempos democráticos un presidente se va a retirar en
la fecha estipulada por el calendario electoral y lo que la constitución
determina, no es un dato menor si lo comparamos con otras experiencias
electorales en la reciente historia democrática de nuestro país, esto ya es un
paso adelante para consolidar definitivamente el proceso democrático de nuestro
país. La oferta electoral es amplia pero poco variada ya que en líneas
generales los tres candidatos tienen una
misma impronta, (Scioli, Massa y Macri) es decir que la única diferencia la
sigue teniendo el gobierno de Cristina que con la incorporación de Zannini a la
fórmula electoral da señales muy claras de seguir condicionando la política del
próximo gobierno sea este del signo que
sea. En este escenario peculiar de nuestra sociedad, todos los candidatos saben
lo que reclama la gente, en consecuencia en esta elección, la disputa
fundamental no se dará tanto en las propuestas (ya que son todas parecidas)
sino en la confianza personal que cada candidato logre instalar en la gente.
Ahora bien, hasta aquí es más o menos
lo que todos conocemos, lo publico, lo que esta expuesto ante la vista de todos,
pero ¿qué está sucediendo de puertas adentro de los bunquers electorales? ¿Cuál
es la estrategia que esta pergeñando el gobierno en particular y sus
opositores?.
Convengamos que ya no es una novedad
que el oficialismo quiere mantener el poder aun fuera del poder. Las recientes
medidas tomadas por Cristina (la incorporación de Zannini como vice de la fórmula
presidencial, los nuevos diputados afines a la agrupación Camporista que
seguramente llenaran las bancas el año próximo el reemplazo de Milani en el
mando del ejército y la fragrante intromisión en la justicia) apuntan
fundamentalmente a garantizar la continuidad del modelo, la “impunidad” de sus
medidas y el pronto regreso al poder si fuera esto necesario. Frente a esta
verdad de Perogrullo la oposición titubea en el armado de un frente común única
posibilidad de derrotar al oficialismo, que se ha dado cuenta que los
candidatos de la oposición no logran consolidar un liderazgo que aglutine a la
parcialidad opositora dejando la responsabilidad de decidir al electorado que
ambiciona un cambio para garantizar una mejora en el orden institucional por
los próximos cuatro años. Las paso de
Capital disminuyeron las expectativas del Massismo por su baja competitividad
en el distrito más importante de la nación, pero las elecciones de la segunda
vuelta entre Larreta y el asenso de Lousteau ambos del mismo frente confundió
el rol y las expectativas que tenían los dirigentes de ese frente electoral que
si no están a la altura de lo que esperan las grandes mayorías de nuestro país
pagarán caro el error de creer que su vanidad está por encima de los intereses
del conjunto de los argentinos.
Cualquiera sea el resultado de las
próximas elecciones, la dirigencia argentina debe prepararse con seriedad ante
la eventualidad de tener que cogobernar los destinos de la Nación; los
argentinos sabemos de antemano que lo que decidan nuestros dirigentes repercutirá
por los próximos veinte años en un mundo que produce cambios drásticos y no
espera a los rezagados de la historia; el destino está en nuestras manos: o
avanzamos con decisión hacia el futuro o
el futuro vendrá por nosotros para convertirnos una vez más en pasado.
VICENTE SCORDAMAGLIA