Artículo
de opinión
UNA
LUCHA CONTRA
POR:
Vicente Scordamaglia
La principal preocupación de los países
sigue siendo la pandemia y sus consecuencias colaterales que conlleva entre
ellos, como valor impostergable, la preservación de la vida y la economía como
sostén de las instituciones básicas de los pueblos, en su devenir social,
económico y político. La prolongada lucha contra la pandemia, (desigual por el
desconocimiento que aun se tiene acerca del comportamiento del covid-19) que
está aniquilando la voluntad de la especie humana del planeta, consume sin
pausa las esperanzas que se tiene en un conjunto de vacunas y junto a ello, en
el mismo nivel, la incertidumbre que produce la endeble respuesta en el caso en
que, en el corto plazo, no se encuentre
el remedio eficaz que termine con esta verdadera tragedia humanitaria.
En
este escenario pesimista y bastante desalentador de las perspectivas humanas de cara al
futuro, podríamos decir a su favor que
los esfuerzos por cortar la cadena de contagios son bastante auspiciosos
generando expectativas en una buena cantidad de vacunas que alientan la
esperanza para que en el mediano plazo la sociedad mundial comience con la
inmunización colectiva en pos de alcanzar la tan ansiada normalidad, esto es:
¡la inmunización de toda la humanidad!
Dicho
esto es oportuno entrarse en algunos aspectos políticos, económicos y
sociales. La mayoría de las naciones
comienzan a mostrarse impotentes frente a un ataque prolongado a sus economías
y por ende a todo el sistema democrático que no consigue asimilar el impacto de
las pérdidas generalizadas. Mientras Trump busca votos hasta en las
alcantarillas que alimenten su locura para perpetuarse en el poder, “la mayor
democracia de occidente” muestra la punta del iceberg del decadente imperio
americano sin saber todavía (después de varias semanas de la votación en EEUU)
quien gobierna en la “primera potencia del mundo”.
La
evidencia de lo que está en juego entre las distintas concepciones del mundo
que sostienen los modelos posibles que aspiran gobernar los pueblos en las
próximas décadas, están mostrando todas las cartas en la mesa del “juego”
internacional y dejan en claro hasta donde están dispuestas a llegar las
potencias y los totalitarios en pos de mantener el poder por tiempo indefinido
para alcanzar sus siniestros designios.
Ni la “extrema derecha de Donald Trump
ni la extrema izquierda” de Nicolás Maduro ofrecen modelos que despierten
alguna esperanza valedera en los pueblos para hacerle frente a los grandes
desafíos que afronta la humanidad. ¿Será
la pandemia el enemigo común que oficie ser el catalizador para unir a las
naciones que no encuentran soluciones adecuadas a los grandes desafíos de la
época? ¿O la incapacidad de la clase dirigencial dejará su huella en un nuevo
intento fallido?. Sea lo que fuere que ocurra con el destino de la humanidad lo
cierto es que como dice MARY SHELLEY en su novela “el último hombre”: La voluntad del hombre es omnipotente, esquiva las flechas de la
muerte, alivia el lecho de la enfermedad seca las lágrimas de la agonía ¿y qué
vale cada ser humano si no aporta sus fuerzas para ayudar a su prójimo?