jueves, 29 de junio de 2017

ARGENTINA ATRAPADA ENTRE CULPABLES Y CHIVOS EXPIATORIOS

ARGENTINA ATRAPADA ENTRE CULPABLES Y CHIVOS EXPIATORIOS
El macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte para Azazel, será presentado vivo delante del Eterno, para hacer expiación sobre él y enviarlo a Azazel, al desierto. Lo que significa que el chivo es para expiación, es decir que, simbólicamente carga sobre sí con los pecados del Pueblo.
(La Torá origen del término)

Los argentinos nos pasamos la vida buscando culpables, eso que la psicología advierte claramente no transformarlos en chivos expiatorios; en general son un comodín en nuestras vidas para exculpar todos nuestros pecados y aspectos negativos que cargamos en nuestro equipaje en el complejo camino de nuestra existencia. Este rasgo distintivo que sobresale por encima de otros, pone de relieve la conducta que tenemos frente a las problemáticas nacionales que nos atraviesan como sujetos sociales y que, a la hora de hacernos cargo de nuestras responsabilidades por actos impropios cometidos frente a la sociedad, nos dedicamos fervientemente a la  búsqueda de los culpables para transformarlos en chivos expiatorios de todas las problemáticas existentes, cargándole así, todas nuestras culpas y librándonos así de la búsqueda de soluciones  que resuelvan los distintos conflictos que angustian a toda la sociedad.

Esta forma arcaica e inmadura de encarar los problemas  hace que al  trasladarla a la política, nos deje dos opciones posibles para interpretar en forma  inequívoca qué es lo que nos lleva a proceder de esta manera, sin asumir que gran parte del problema que tenemos que resolver está en nuestra propia conducta social: una tiene que ver con La Justicia, este poder es el encargado de la búsqueda de culpables en cualquiera de los casos en los que subyace un delito y una vez presentada la correspondiente denuncia  con las pruebas necesarias es este poder de la República el que debe cumplir con su rol asignando, impartiendo justicia absoluta sin interferencia de otros poderes ni presiones  de otra índole, ya sea de facto o poderes constituidos;  el segundo, tiene que ver con el doble rol que debe ejercer el poder legislativo que es el encargado no solo de denunciar desde sus bancas en caso de encontrar las pruebas suficientes, sino además el aportar soluciones concretas a los numerosos conflictos que persisten en nuestra sociedad y esperan una necesaria y urgente respuesta.

En este sentido, es notable ver como la mayoría de los dirigentes políticos se quedan anclados solamente en la denuncia sin aportar siquiera una sola solución para evitar los múltiples actos de corrupción que suceden a diario en la administración pública y otros estamentos del estado nacional. Claro está que la mayoría de nuestros problemas tienen su origen en actos de corrupción, pero también es cierto que la dirigencia y los poderes de facto los utilizan en beneficio personal para denigrar a su ocasional oponente y no en función de la búsqueda de soluciones (como ser  eliminar esta lacra de sujetos) que redunde en beneficio del conjunto de los argentinos.  

Aquí es donde los medios de comunicación comienzan a participar de lo que yo llamaría “cascoteemos a los culpables” esto es, instalar a partir de una media verdad en la opinión pública la sospecha necesaria como para que la sociedad comience a dudar de la veracidad de los  personajes que lo producen transformándolos a partir de allí en chivos expiatorios.
Veamos cómo funciona:
Si yo juntara todos mis años de militancia que ya son muchos, no hago un solo día de rating como el que hace   Telenoche  y si yo sigo pensando que el equipo cascoteador serial comienza en la radio a las 6 de la mañana con Marcelo Longobardi, a las 9 toma la posta Jorge Lanata, a las 14 asume la tarde la suavecita Isabel Sanchez y los chistes capciosos del inefable Rolo Puente, a las 17 el continuado prosigue con el editorialista picante Alfredo Leuco más su Changuito (su hijo) y cuando llega a su casa y dice por fin la paz del hogar, se come a Pablo Rossi y la revienta con el locuaz Fernández Díaz, y para cerrar la jornada lo suficientemente bien informado y en caso de que no le quedaron bien asentadas las ideas la termina con Nelson Castro, Santo Biasatti, Luis Majul y Eduardo Feinman y si después de todo esto durante todos los días de la semana y meses al otro día usted no se convirtió en un repetidor compulsivo de la realidad interpretada y digerida por estos manipuladores de la realidad social, política y económica, entonces es porque decidió tirar el televisor y la radio por la ventana antes de irse a dormir.

Ahora bien, es indudable que tanto los empresarios de los medios de comunicación como sus comunicadores estrella, han encontrado una forma de realizar un pingüe negocio que tiene la particularidad no ya solo la consigna de informar sobre los hechos tal cual suceden, sino que en la denuncia además, encontraron la forma de presión necesaria como la de cualquier otro factor de poder de la sociedad para defender sus intereses; la deslegitimación permanente de la dirigencia política, poniéndolos a todos en la misma bolsa y transformándolos en chivos expiatorios, sean estos culpables o no de hechos delictivos, impide que los argentinos discutamos los temas más importantes que la sociedad reclama. Su desprestigio a priori obliga a tener que pasar primero por el purgatorio después ser bendecido por los nuevos amos de la realidad para estar blindados antes de asumir la representación de la sociedad.


VICENTE SCORDAMAGLIA