ARGENTINA ATRAPADA
ENTRE CULPABLES Y CHIVOS EXPIATORIOS
El macho cabrío sobre
el cual haya caído la suerte para Azazel, será presentado vivo delante del
Eterno, para hacer expiación sobre él y enviarlo a Azazel, al desierto. Lo que
significa que el chivo es para expiación, es decir que, simbólicamente carga
sobre sí con los pecados del Pueblo.
(La Torá origen del término)
Los argentinos nos pasamos la vida buscando culpables, eso
que la psicología advierte claramente no transformarlos en chivos expiatorios;
en general son un comodín en nuestras vidas para exculpar todos nuestros
pecados y aspectos negativos que cargamos en nuestro equipaje en el complejo
camino de nuestra existencia. Este rasgo distintivo que sobresale por encima de
otros, pone de relieve la conducta que tenemos frente a las problemáticas
nacionales que nos atraviesan como sujetos sociales y que, a la hora de
hacernos cargo de nuestras responsabilidades por actos impropios cometidos
frente a la sociedad, nos dedicamos fervientemente a la búsqueda de los culpables para transformarlos
en chivos expiatorios de todas las problemáticas existentes, cargándole así, todas
nuestras culpas y librándonos así de la búsqueda de soluciones que resuelvan los distintos conflictos que
angustian a toda la sociedad.
Esta forma arcaica e inmadura de encarar los problemas hace que al
trasladarla a la política, nos deje dos opciones posibles para
interpretar en forma inequívoca qué es
lo que nos lleva a proceder de esta manera, sin asumir que gran parte del
problema que tenemos que resolver está en nuestra propia conducta social: una
tiene que ver con La Justicia, este poder es el encargado de la búsqueda de
culpables en cualquiera de los casos en los que subyace un delito y una vez
presentada la correspondiente denuncia
con las pruebas necesarias es este poder de la República el que debe
cumplir con su rol asignando, impartiendo justicia absoluta sin interferencia
de otros poderes ni presiones de otra
índole, ya sea de facto o poderes constituidos;
el segundo, tiene que ver con el doble rol que debe ejercer el poder
legislativo que es el encargado no solo de denunciar desde sus bancas en caso
de encontrar las pruebas suficientes, sino además el aportar soluciones
concretas a los numerosos conflictos que persisten en nuestra sociedad y
esperan una necesaria y urgente respuesta.
En este sentido, es notable ver como la mayoría de los
dirigentes políticos se quedan anclados solamente en la denuncia sin aportar
siquiera una sola solución para evitar los múltiples actos de corrupción que
suceden a diario en la administración pública y otros estamentos del estado
nacional. Claro está que la mayoría de nuestros problemas tienen su origen en
actos de corrupción, pero también es cierto que la dirigencia y los poderes de
facto los utilizan en beneficio personal para denigrar a su ocasional oponente
y no en función de la búsqueda de soluciones (como ser eliminar esta lacra de sujetos) que redunde
en beneficio del conjunto de los argentinos.
Aquí es donde los medios de comunicación comienzan a
participar de lo que yo llamaría “cascoteemos a los culpables” esto es,
instalar a partir de una media verdad en la opinión pública la sospecha
necesaria como para que la sociedad comience a dudar de la veracidad de los personajes que lo producen transformándolos a
partir de allí en chivos expiatorios.
Veamos cómo funciona:
Si yo juntara todos mis años de militancia que ya son muchos,
no hago un solo día de rating como el que hace
Telenoche y si yo sigo pensando
que el equipo cascoteador serial comienza en la radio a las 6 de la mañana con Marcelo
Longobardi, a las 9 toma la posta Jorge Lanata, a las 14 asume la tarde la
suavecita Isabel Sanchez y los chistes capciosos del inefable Rolo Puente, a
las 17 el continuado prosigue con el editorialista picante Alfredo Leuco más su
Changuito (su hijo) y cuando llega a su casa y dice por fin la paz del hogar, se
come a Pablo Rossi y la revienta con el locuaz Fernández Díaz, y para cerrar la
jornada lo suficientemente bien informado y en caso de que no le quedaron bien
asentadas las ideas la termina con Nelson Castro, Santo Biasatti, Luis Majul y
Eduardo Feinman y si después de todo esto durante todos los días de la semana y
meses al otro día usted no se convirtió en un repetidor compulsivo de la
realidad interpretada y digerida por estos manipuladores de la realidad social,
política y económica, entonces es porque decidió tirar el televisor y la radio
por la ventana antes de irse a dormir.
Ahora bien, es indudable que tanto los empresarios de los
medios de comunicación como sus comunicadores estrella, han encontrado una
forma de realizar un pingüe negocio que tiene la particularidad no ya solo la
consigna de informar sobre los hechos tal cual suceden, sino que en la denuncia
además, encontraron la forma de presión necesaria como la de cualquier otro factor
de poder de la sociedad para defender sus intereses; la deslegitimación
permanente de la dirigencia política, poniéndolos a todos en la misma bolsa y
transformándolos en chivos expiatorios, sean estos culpables o no de hechos
delictivos, impide que los argentinos discutamos los temas más importantes que
la sociedad reclama. Su desprestigio a priori obliga a tener que pasar primero
por el purgatorio después ser bendecido por los nuevos amos de la realidad para
estar blindados antes de asumir la representación de la sociedad.
VICENTE SCORDAMAGLIA