EL FIN NO JUSTIFICA LOS
MEDIOS
Parte 2
Mucho tiempo antes de que se realizaran las últimas
elecciones presidenciales, ganara quien ganare, los argentinos ya sabíamos que
la búsqueda de consensos iba a ser el punto central de la política de nuestra
joven democracia. En el mismo comienzo en que asumió el Ing. Macri comenzó con
una serie de decretos que, a juzgar por las razones esgrimidas, en cierta
medida parecían estar “justificados” ya que alegaban que al no estar
conformadas las dos Cámaras (Senado y Diputados) era necesario realizar por
decreto de necesidad de urgencia (DNU) una serie de medidas para poner en
funcionamiento las primeras reformas del nuevo gobierno. Mucho fue censurado
por estas medidas, que parecieron un nuevo atropello de uno de los poderes de La
Nación sobre otro: el Legislativo. Sin embargo, con el correr de los días, el
gobierno se fue dando cuenta que para realizar cualquier transformación, por
más que esta fuera absolutamente necesaria, era imprescindible contar con el
apoyo explícito del resto de los espacios políticos con mayor representatividad
en el parlamento nacional; este hecho en sí mismo representaba un nuevo
comienzo en la democracia argentina y elemento fundante del “cambio” propuesto;
esto es: dejar atrás la escribanía política en el Poder Legislativo Nacional.
Sin embargo, y pese a los esfuerzos por mostrar diferencias
con el gobierno anterior, el tratamiento de la ley que recientemente fue
aprobada por las dos Cámaras con relación al pedido de las cinco centrales de
trabajadores en cuanto a prohibir despidos por el término de 180 días
(emergencia laboral para los trabajadores, cepo laboral para el gobierno) y el
posterior veto Presidencial, puso nuevamente en tela de juicio la legitimidad
del gobierno al avasallar, por más que el veto esté dentro de sus facultades, la
libertad de los tres poderes de la
Nación y en favor de un sector de la sociedad como son los
empresarios; en este sentido, una vez más cuando al gobierno le toca laudar y
administrar equilibrio entre trabajadores y empresarios lo hace por estos
últimos dejando toda la carga del esfuerzo a los trabajadores y la clase media
argentina. El insignificante papel de almacenero firmado por el gobierno y los
empresarios que concurrieron a la casa de gobierno, se pareció mucho más a un
pacto de amigos de algún barrio de Buenos Aires que a una política de estado en
donde los convocados solo fueron para la foto. Finalmente, tras arduas
negociaciones en el Congreso de la
Nación entre los distintos bloques parlamentarios para lograr
consensos acerca de un tema tan crucial como lo es el trabajo para la
población, y votar una ley que aunque más no sea, sirva de placebo momentáneo
para atenuar el fuerte impacto de las medidas de ajuste, el Presidente
desconoce una vez más no solo la facultad del poder legislativo sino que además
da una clara señal de cuales son sus prioridades entre el reclamo de los
trabajadores y las demandas de los empresarios tan cuidados por este gobierno.
Cuando los intereses son más fuertes que las convicciones y
las decisiones que toma el gobierno pretenden estar justificados por un fin
mejor, muestra con claridad cómo se sigue embaucando a los más débiles de la
cadena social con falsas expectativas de esperar pasivamente un futuro mejor,
haciendo caso omiso a realidades angustiantes de sectores que solo cuentan con
su trabajo como forma de vida decente. Cabe señalar entonces (haciendo un
esfuerzo de objetividad) que independientemente de que las promesas a futuro
puedan ser hechas con buenas intenciones
mientras la espera se hace cada vez más larga y angustiante, ningún
gobernante tiene el derecho de ocasionar tanta incertidumbre y
padecimiento a su pueblo; por el
contrario, tiene la obligación de buscar incansablemente las herramientas para
amortiguar los daños colaterales que el plan estratégico de su gobierno provoca
mientras se encamina hasta alcanzar sus objetivos finales .
Si la diferencia entre un gobierno y otro pasa por quien paga
el costo de los ajustes (necesarios por cierto) pues entonces los trabajadores
tienen el premio mayor al sacrificio y el esfuerzo en defensa de los intereses
nacionales.
VICENTE SCORDAMAGLIA
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