lunes, 29 de mayo de 2017

EL MUNDO POLÍTICO PARTIDO EN DOS

EL MUNDO POLÍTICO PARTIDO EN DOS
«A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo». Jean de La Fontaine

Ya no se le escapa a nadie que el planeta político está partido al medio. Las elecciones que se van realizando en distintas partes del mundo, que terminan con apenas pocos porcentajes de votos de diferencia entre unos y otros, están dando cuenta de ello. Los partidos tradicionales se han quedado sin respuestas para los grandes desafíos que la globalización impone, siendo necesario un mayor esfuerzo para lograr consensos que permitan a las coaliciones en disputa llegar al gobierno y al poder. Los partidos emergentes que han logrado filtrarse entremedio de la crisis de representación de los grandes partidos tradicionales (todos ellos dotados de densidad política y filosófica a partir de representar a las grandes ideologías que en su tiempo cambiaron al mundo) son requeridos por la gente como posibles alternativas de “transición” por el solo hecho de representar algo nuevo, sin cargar con el lastre (como los partidos de un sistema envejecido) de una historia de corrupción y fracasos continuos. 

Estos nuevos partidos y sus dirigentes se abren camino esgrimiendo unas pocas consignas en su haber, con un voluntarismo exacerbado transformado en lema (como el “sí se puede” de Macri o “en marcha” de Macron y si se quiere el "Make America great again" (Hagamos a EE.UU. grande otra vez) hace que estos nuevos dirigentes que son la cara visible de una “modernidad” absurda, exhiban en su haber poco bagaje filosófico e intelectual. Una nueva clase dirigencial proveniente en su mayoría de familias ricas, hijos de empresarios con una visión del mundo diferente a la de aquellos antiguos políticos que se formaban en los grandes movimientos libertarios del siglo pasado. Esta nueva camada de “dirigentes” que  abandonaron sus cómodas vidas y comenzaron a incursionar en el mundo de la política, con su desparpajo y sus prácticas de administración de empresas, profundizó aun más la crisis institucional del sistema partidario de las democracias del mundo actual. Muchos de ellos sin estructura partidaria y formados en calificadas universidades y apoyados en las nuevas técnicas empresariales, comenzaron a hacerse cargo de lo que podríamos denominar provisoriamente como la “nueva política” ya que si estos nuevos liderazgos no consiguen resolver las nuevas (y viejas) problemáticas de un mundo en crisis y en permanente cambio, terminarán siendo parte de un nuevo fallido de la política, que apenas se los recordará en su paso por ella, como gobiernos de transición y una dirigencia de emergencia que ocupó el gobierno solo por el vacío de poder existente que dejó la burocracia del sistema partidario internacional envejecido y vaciado de contenido social, de una visión política actualizada para operar en tiempos globales y una visión estratégica de la económico que dé cuenta de la administración de recursos humanos y naturales de nuestro planeta.  

Ahora bien, ¿a qué se enfrentan los nuevos políticos con su desenfadado perfil empresarial?
La globalización, como escenario planetario, ha creado las condiciones para que la movilidad del capital y la interconexión de la producción tengan las condiciones adecuadas para que la inversión se traslade por el mundo en búsqueda de nuevas áreas con bajos costos laborales, menores beneficios sociales y menores controles ambientales. Este combo de situaciones impactó directamente en el corazón mismo de la política y la economía, que como consecuencia de ello debilitó aun más a las democracias del mundo como sistema institucional.

A la luz de los acontecimientos internacionales y cada uno por sus motivos particulares, la crisis que se produce en EEUU, BRASIL y VENEZUELA está creando un nuevo cisma planetario. Si por un lado la paridad de fuerzas tiene la virtud de obligar a los actores políticos a buscar grandes consensos para gobernar, también es cierto que este mecanismo conlleva en sí mismo una debilidad que es la de no tener el suficiente poder para bloquear cualquier intento desestabilizador (ante cualquier traspié de gestión de gobierno) por parte de la otra mitad que se siente autorizada también por el caudal de los votos obtenidos a intervenir o en el peor de los casos pretender, so pretexto de una mala administración, remplazar al gobierno antes de tiempo como sucedió en Brasil, Paraguay y otros intentos fallidos. 
Estos emergentes que llegaron al poder empujados por el voto popular, no cuentan con estructuras propias que les garanticen el blindaje necesario para que los nuevos gurúes de la economía y la política se sostengan en el poder, y mucho menos cuando todavía no han logrado consolidarse como la solución definitiva a los problemas existentes, sufriendo así como consecuencia de este escenario por demás complejo y por la magnitud de un desgaste acelerado las embestidas de una realidad que desborda por todos lados.

Dice Bauman en su último libro Retrotopía: “Hoy vivimos en un mundo de aislamiento y atomización en el que la gente desconfía hasta de sus propias instituciones”; de manera que la restitución de la credibilidad en el sistema democrático es de vital importancia para avanzar hacia una democracia partidaria en donde las estructuras de los partidos vuelvan a cumplir el rol innegociable de ser el sostén principal del sistema democrático.
La falta de certezas domina la realidad mundial, en este escenario caótico asediado por el terrorismo que no deja de hostigar a las naciones más ricas del planeta, golpeando sin piedad en los lugares más sensibles de la economía internacional o masacrando a sus habitantes en este caso los más jóvenes como fue el reciente atentado del recital de Manchester Arena en Inglaterra, deja la sensación y el sabor amargo que nadie está a salvo en el mundo global que proponen los poderes económicos existentes. 
Si solo hay dos mitades y una sabotea a la otra ¿quién sostiene a los gobiernos democráticos?

Los poderes globales están convirtiendo al mundo en un escenario peligroso, la simplificación de las categorías humanas divididas entre ricos y pobres que propone la economía global, descartando de raíz a los grandes sectores medios que sirvieron de amortiguador para construir una sociedad más justa y solidaria, comienza a desmoronarse en esa frontera  peligrosa donde debajo de ella solo reina el abismo por donde caería el mundo en su conjunto. La amenaza de una tragedia humana está ligada irremediablemente a la insensatez de los hombres y sus ambiciones que en su afán de evitar su destino trágico termina encontrándolo en el fondo del abismo.


VICENTE SCORDAMAGLIA 

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