domingo, 26 de junio de 2016

LA AUSENCIA DE LAS IDEOLOGÍAS

LA AUSENCIA DE LAS IDEOLOGÍAS

Las últimas elecciones de Perú donde sus votantes definieron la elección en segunda vuelta con escaso margen de votos, muestra la división y paridad que existe en los países de la región entre dos modelos de gestión (que dicen ser antagónicos) en los cuales la diferencia la hace el candidato (su carisma) y lo que la gente valore de él. La falta de confianza en la clase política por parte de los ciudadanos de a pie, son una constante creciente que se generaliza en la medida en que las soluciones no se manifiesten rápidas y con absoluta claridad. Las elecciones de medio término ofrecen a los ciudadanos la oportunidad de corregir el rumbo de los programas que no ofrezcan soluciones en el corto plazo, tomando todos los recaudos disponibles a la hora de decidir su voto. Este mismo fenómeno, que también se manifestó de la misma manera en las recientes elecciones presidenciales de nuestro país, se viene dando con modalidades propias, no solo en países de nuestro continente sino también en el conjunto de los países democráticos.

En estos complejos escenarios de la democracia de los pueblos, los datos de la realidad comienzan a mostrar la punta del iceberg de lo que está aconteciendo en nuestro país y en gran parte del mundo con diferentes matices y contextos históricos propios de sus regiones. Es un fenómeno poco representado todavía y merece por su trascendencia, analizar su ascendente desarrollo.
Si tomamos en cuenta que la población mundial ya no discute cuestiones filosóficas de los programas de gobierno ni la ideología de sus candidatos o los frentes políticos que la conforman, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Dónde están las mayorías? Y eventualmente: ¿qué programa de gobierno representa los intereses de esas mayorías?

Por ahora y sin respuesta al interrogante planteado, digamos que poco se duda en el mundo actual de la política, la existencia de dos programas que rivalizan acerca de cuál es el que sacará a las naciones de la actual crisis moral y económica en la que se ven sumergidas; estos dos programas que se parecen entre sí más de lo que uno supone, se diferencian  por algunos matices relacionados en las prácticas políticas, que son en las formas y no en los contenidos; ambos programas (no me animaría a llamarlos modelo) tienen la particularidad de dejar de lado los valores ideológicos que respaldaron a los partidos tradicionales hoy envejecidos y vaciados de contenido para integrarse a grandes frentes electorales, conteniendo así a un segmento mayor de adherentes a sus coaliciones de gobierno adhiriendo a consignas ideológicas solo por intereses y no por convicciones filosóficas.

Veámoslo de esta manera: El “Populismo” llamado así despectivamente (para mi gusto sería mejor gobiernos populares) con su impronta nacionalista, creencias religiosas y anclado territorialmente con base en las clases medias bajas y sectores del trabajo, son habitualmente su base social. Su discurso fundante es la justicia social y su consigna principal, la distribución de la riqueza, su utopía cardinal.

En el otro extremo, el liberalismo financiero disperso por el mundo amante del libre mercado y la competencia voraz por el dinero, representa a sectores medios altos y acomodados de la sociedad y en muchos casos representa a la élite local bastante remisa a enrolarse en categorías políticas, por ello bastante desarraigados de la sociedad. Este fenómeno tan peculiar que también se está dando en las naciones más ricas económicamente hablando, se ven arrastradas por las mismas problemáticas que sus pares más pobres dejando al descubierto la brecha creada por la concentración de la riqueza que dejó como saldo la multiplicación de la pobreza y la desigualdad en todos los  países de la tierra.
En otro orden de cosas, la crisis moral está llegando a todos los rincones del planeta sin dejar resquicio alguno (entre ricos o pobres) desde donde reconstruir los modelos sociales, políticos o económicos que nos trajeron hasta el presente, exponiendo claros síntomas de agotamiento acerca de las certezas que requiere la problemática global, generando confusión y desconcierto con altos niveles de inequidad social que creíamos haber dejado en el pasado.
Es posible sin embargo, que la sensatez de unos pocos líderes mundiales, comience a producir niveles de conciencia cada vez más  elevados multiplicando y alumbrando así, la conciencia de un nuevo tiempo por venir. 

Es indudable que el mundo se ha transformado en un lugar peligroso y complicado a la vez; los precios del petróleo suben y bajan sin motivo o previsión alguna, la inflación y la recesión se extiende por todo el planeta, los gobiernos están desamparados y acuñan más dinero lo cual genera más inflación o regulan la situación y acaban sumiéndose en más recesión, la economía mundial amenaza con estallar como se está viendo con la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea llevándose puesto al mercado común (con insospechadas consecuencias) o ante los múltiples cimbronazos que suceden en cualquier rincón del planeta hoy interconectado; los narco estados son moneda corriente mientras la miseria humana se expresa por televisión en el living de nuestras casas, así como vamos, la “estabilidad” parece una utopía del pasado amenazando transformarse en una quimera difícil de alcanzar.   


VICENTE SCORDAMAGLIA

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