martes, 4 de abril de 2017

CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA DE LOS ARGENTINOS

CONVERGENCIA Y DIVERGENCIA DE LOS ARGENTINOS
La sociedad movilizada por sus demandas
La práctica que tenemos los argentinos con respecto a la convergencia y la divergencia democrática en nuestro país, es lo suficientemente peculiar como para comprender como funciona el sistema de relaciones entre las distintas formaciones políticas que operan en nuestro país. Son líneas que provienen de distintas realidades que confluyen hasta un punto de inflexión y a partir de allí si su visión de la realidad no cambia un ápice, su recorrido volverá a transformarse en líneas divergentes.
No todas las demandas de los trabajadores son iguales, cada sector tiene demandas con características particulares del sector que representa, en ese sentido, cada grupo diseña su estrategia; sin embargo, todas tienen un denominador común que las iguala y es cuando luchan juntos por la reivindicación salarial.

Las paritarias en Argentina se han transformado en el punto de inflexión entre el gobierno y los sectores laborales que confluyen en la demanda salarial dejando al gobierno en una posición distorsiva de su rol como mediador; así, el oficialismo, aparece confundiendo su rol, asumiendo decididamente los intereses del empresariado (patronal); esto no es solo porque tiene potestad sobre los empleados públicos sino que además en ese forcejeo se mimetiza con los intereses de las empresas privadas y también allí se da la situación de líneas que convergen, para una vez pasado el obstáculo común que hizo que confluyeran se transformen en líneas divergentes. 

Ahora bien, ¿cómo sacar al gobierno de esta disyuntiva y devolverle el rol de moderador de ambas partes? es decir, que no quede en la contradicción de ser héroe y villano al mismo tiempo. La lucha por los salarios tiene un condimento adicional y es que los grupos en pugna juegan cuestiones políticas de sector y de las de sus propios gremios lo que hace sumamente complejo acuerdos sectoriales. En suma la respuesta a este interrogante es cada vez más compleja, es más, en el actual contexto institucional que vive nuestro país, no tiene respuesta. El gobierno, cualquiera que sea, está involucrado necesariamente y es parte del conflicto ya que tiene que negociar con gremios que tienen un gran número de empleados públicos con su legítimo derecho (como cualquier otro sector) de resolver su situación salarial, es allí donde todo esfuerzo por llegar a un acuerdo de partes se traba definitivamente y subyace el conflicto salarial mas allá de las coyunturas políticas que la originaron.

Como vemos, aquí también se dan líneas convergentes y divergentes y es cuando el gobierno en su doble rol de juez y parte pone en juego su ideología para laudar entre uno u otro sector en conflicto, ya que la tensión que se genera en esta instancia lo obliga a decidir en qué sector están puestos sus intereses para fortalecer su plan de gobierno.
Sostienen algunos pensadores que cuando no es posible desentrañar el contenido estratégico de una acción de gobierno, cuando ella no se nos aparece como un medio que sirve a un fin social determinado sino solo como la expresión de una creencia, es preciso entonces preguntarse por la ideología de quien gobierna; es por ello que un grupo con objetivos, creencias y enemigos comunes (conjunto de valores) a pesar de su diversidad de pensamiento, pueden construir una visión del mundo que en definitiva será lo que definirá su estrategia y su movimiento; así se estructuró la coalición que nos gobierna. Habría que preguntarse entonces: ¿qué sucederá con la suerte de este movimiento una vez que desaparezca el enemigo que los agrupó?

Las distintas marchas que hemos visto en los últimos quince días, tienen como objetivo hacer visibles los reclamos y ofrecer una dimensión del poderío de movilización para ejercer presión sobre las actuales autoridades nacionales. La respuesta no se hizo esperar y no fue precisamente ordenada por el gobierno nacional que dudó con todos sus aliados (del frente cambiemos) de su efectividad, ya que si esta no hubiera tenido éxito, el gobierno, allí, en ese mismo instante hubiera caído rendido a los pies de quien eligió como contrincante, adelantando su próxima derrota electoral y quizás la de su proyección más allá del 2019; pero fue la gente que respondió masivamente percibiendo la parálisis del gobierno que día tras día se  aproximaba inexorablemente hacia el abismo. 

¿Hasta a dónde nos arrastrará tanta turbulencia?
La historia nos enseña que cuando los conflictos se agudizan y no hay quien los conduzca (capitalizar) comienzan a seguir sus propias leyes construyendo también, sus propias lógicas. 
¿Acabará la confrontación estéril y sin sentido en este aquelarre de demandas marchas y contramarchas? ¿Vendrá el tiempo de la política que implique los grandes consensos nacionales?; ¿o seguiremos estancados en la incomprensión humana incapaz de dar respuestas a la compleja realidad de nuestro tiempo que aflige a todos los argentinos?
VICENTE SCORDAMAGLIA


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