miércoles, 19 de octubre de 2011

UNA TORMENTA PERFECTA

UNA TORMENTA PERFECTA

Las próximas elecciones presidenciales, tienen la particularidad de ser evaluadas sesenta días antes del 23 de octubre y el día después por sus consecuencias. Sesenta días antes porque allí el 14 de agosto se determinó categóricamente por una cifra improbable de alterar, quién será elegido para el próximo período presidencial; pero de acuerdo a las proyecciones realizadas de esas cifras algunos arquitectos de la política gubernamental hacen planes para el día después.

En los pasillos del Senado y en todo el Congreso en general se comenta a viva voz que los ganadores de la contienda (a modo de avanzada general sobre los espacios de las dos Cámaras del Congreso) Amado Boudou y Aníbal Fernández habrían comenzado a marcar la cancha para el desembarco de sus tropas, exigiendo (así comentan) cerca de 1700 puestos de trabajo (entre directivos y funcionarios de alto rango).

La estrategia apunta literalmente a un copamiento de los espacios de poder en el ámbito de las dos Cámaras (presidencia de comisiones, direcciones y alcanzaría hasta algunas secretarías); nadie podría negar que semejante movida de tropas (en términos militares) no obedezca a un plan de envergadura que tiene su epicentro en ese lugar de decisión política estratégica de La Nación.

Los dos temas fundamentales que preocupan por estos tiempos al gobierno nacional son: crisis internacional y reforma constitucional, por ello, opera en consecuencia.

La preocupación cierta de que la crisis financiera llegue a nuestro país y arrase con el estado de “bienestar” alcanzado por el modelo Kirchnerísta, implica en cómo “blindar” a nuestra economía del tembladeral que sufren países que otrora fueron económicamente fuertes y estables; para ello, hay que prepararse en el escenario donde se dará la próxima batalla, esto es el mundo empresarial y laboral.

Los dichos de Hugo Moyano secretario general de La CGT (se vienen tiempos difíciles) apunta fundamentalmente a alertar que esta vez no serán los trabajadores (como en otros tiempos) quienes una vez más se conviertan en la variable de ajuste del despilfarro económico y terminen pagando con su esfuerzo, un ajuste impensado; esto explica de alguna manera el recorte de poder de La CGT y sus dirigentes (operado en el último reparto en las listas a diputados) reclamo hecho por los sectores empresariales y deseado por el propio gobierno desde la muerte Néstor Kirchner.

En el otro extremo, el empresarial, la relación es más tranquila, llena de buenas formas e intenciones públicas, esta relación ha sido tomada directamente en manos de la propia Presidenta para garantizar un “equilibrio” que podría romperse si la crisis llega a nuestro país y divide a la sociedad entre trabajadores y empleadores.

En ese escenario no deseado por nadie, una serie de nubarrones comienza a surcar los cielos de nuestra patria, y en un contexto resbaladizo surgen interrogantes para tener en cuenta:

¿Qué pasaría si se reduce significativamente la entrada de dólares por efecto de la baja demanda internacional de sojas y otras yerbas?

¿Qué pasaría si Brasil profundiza el ajuste de su moneda atento a que este país depende de su alto nivel de exportaciones para su crecimiento interno?

¿Qué pasaría si la inflación comienza a comerse el salario de los trabajadores argentinos?

¿Que pasaría si las paritarias se ajustan a los tiempos previsibles de crisis y no a la demanda de los trabajadores en nuestro país?

El gobierno seguramente ya tomó nota de estas probables hipótesis que como consecuencia de ello abriría un nuevo ciclo de conflictos sociales en nuestro país de inimaginables consecuencias.

Si todo esto es así, se articula entonces con el segundo elemento que tiene consecuencias institucionales.
El probable y abultado número de votos que el gobierno espera en los guarismos de las próximas elecciones presidenciales, le daría el aval suficiente para avanzar en la estrategia de terminar con el viejo sistema presidencial y bipartidista por el remplazo de un sistema parlamentario que permita la inclusión de un primer ministro, la gran crisis es la justificación perfecta. Para ello el desembarco masivo sobre las dos cámaras parlamentarias (Senado y Diputados) son fundamentales a la hora de obtener quórum propio y sancionar sin problemas una reforma tan ansiada por el gobierno que en el nuevo esquema, le garantizaría permanencia indefinida en el poder.
El esquema imaginado por el gobierno, estaría conformado por un centro fuerte con participación mayoritaria de sectores peronistas que hoy están en el poder o cerca de él, desprendimientos de los dos viejos partidos ortodoxos que todavía defienden el viejo esquema presidencialista (y de alternancia entre peronismo y radicalismo) gobernadores e intendentes dependientes de los fondos del poder central sumando por los mismos métodos a movimientos sociales y políticos independientes; el esquema se completaría con una izquierda funcional como el socialismo de Binner y una derecha moderada como la del ingeniero Macri, ambos sectores sin arraigo nacional todavía.
Como se ve, la gran crisis (como comienzan a llamarla algunos especialistas) ofrecería una tormenta perfecta y la justificación necesaria para cohesionar a los argentinos en pos de nuevas reformas para enfrentar al nuevo enemigo proveniente del exterior que amenaza con tirar a la basura el estado de “bienestar” alcanzado por el modelo Kirchnerista.

VICENTE SCORDAMAGLIA

1 comentario:

Anónimo dijo...

vicente te sigo y como siempre estas un paso adelante. todo indica que el futuro transitará por ese escenario.