miércoles, 4 de noviembre de 2015

¿TODO VALE POR UN VOTO?

¿TODO VALE POR UN VOTO?

Ya no hay más secretos ni experimentos que valga la pena seguir “La fuerza de nuestra nación, radica en mantener en continuo desarrollo a su masa laboral y productivo”

“Lo que no ordenó la política lo ordenó la gente”. Esta no es una frase mía; esta frase, que es una de las pocas definiciones políticas que dejo la campaña electoral, la expresó Sergio Massa en una entrevista realizada por Marcelo Longobardi un día después de haber sido “derrotado” en la carrera presidencial, esto lo dijo, sin que pudiera advertir que esta definición también le cabía a él mismo. Esta verdad de Perogrullo a veces ignorada por la dirigencia política, muestra el enorme poder que va asumiendo la gente a la hora de las grandes definiciones políticas en nuestro país. En esta misma línea, deberíamos destacar la postura que asumió la tercera fuerza UNA que el mismo Massa lidera y que lo coloca en una inmejorable situación política que ni sus propios protagonistas hubieran imaginado después de la derrota electoral del 25 de octubre. La actitud republicana asumida por esa fuerza política en función de darle el mayor sentido posible a los 5.200.000 votos que apoyaron su propuesta política, apuntan a tres frentes estratégicos de cara al futuro de la nación.

En primer lugar, la postura asumida por ese frente electoral lo pone como el garante de la gobernabilidad, acompañando democráticamente al futuro Presidente de los argentinos ante las posibles embestidas de aquellos sectores que seguramente tratarán de impedir la consolidación del próximo gobierno. En segundo término el espacio que lidera Sergio Massa lo coloca en la línea de los futuros presidenciables de cara al futuro, como así también el mejor destino (“refugio”) del peronismo disidente que quizás, en caso de que pierda Scioli, también lo será de aquellos peronistas que comiencen un viraje estratégico dejando atrás al Kirchnerismo (que sin la caja no es nada) para alinearse en otro espacio que ofrece mejores perspectivas y menos contradicciones teniendo en cuenta sus realidades territoriales. Y en tercer lugar si bien garantiza el apoyo institucional al próximo gobierno, también le pone toda la presión a quien tiene la responsabilidad de  gobernar y dar respuestas a las demandas de la gente, condiciones estas consideradas estratégicas para este espacio que viéndolo en perspectiva puede convertirse en el verdadero jefe de la oposición de cara al futuro. 

Dicho esto, consideremos lo inmediato que son las próximas elecciones del 22 de noviembre.

Ya venía advirtiendo en artículos anteriores que la escalada de violencia venía in crescendo en la medida que se acercaba la definición presidencial. La radicalización de la campaña por parte del oficialismo (en donde todo vale por un voto) y su respuesta equivalente de la oposición, dejará heridas muy graves en la sociedad argentina si el triunfo de un candidato sobre el otro no es lo suficientemente contundente como para que no quede duda alguna de quien tiene la representación popular en este nuevo período que se inicia el 10 diciembre próximo. 
El peso de la legitimación que tiene que tener el próximo gobierno, debe ser equivalente al peligro que desea rechazar ya que es poco probable que una sociedad partida al medio (o en dos mitades como usted prefiera) pueda gobernar y prosperar en sus propuestas fundamentales de gobierno; pensemos entonces, ¿qué sucedería en una Argentina con la campaña lanzada desde las usinas del poder en cuanto a que solo puede existir uno u otro modelo con los consabidos argumentos (patria o entrega) y las cifras entre uno y otro no resulten significativamente amplias para que dejen al nuevo gobierno desarrollarse en su fase inicial de consolidación?. 

Ninguna democracia puede ser social, republicana o participativa (y se precie de serlo) si no permite que todas las expresiones organicen sus legítimas representaciones (y que falta que hace) construidas a partir de distintas creencias con formas de participación política y social y que no estén contaminadas por las calumnias permanentes, algunas de ellas falaces argumentos. 
Si para algunas expresiones políticas de nuestro país que solo ven lo que quieren ver y solo escuchan lo que quieren escuchar el modelo representa su versión más acabada de lo que puede ser una revolución en tiempos modernos, no sé porque, expresiones opuestas no pueden ver otras realidades y escuchar otras voces que indican lo contrario.

Democracia o Democracia Republicana (diferencias que se dieron entre La Grecia antigua y el imperio Romano) como así también se suele hablar de Democracia Social o Democracia Participativa (conceptos más modernos) lo cierto es que si pudiéramos conjugar los términos que suelen estar en conflicto (y a veces los utilizamos todos juntos omitiendo sus discrepancias) nos debería dar como resultado que: Democracia y República expresan la diferencia entre el poder del pueblo y la norma que lo instituye como tal, por consiguiente en sociedades como la nuestra (desiguales por cierto) los grupos dominantes se valieron de la “Institucionalidad Republicana” para inmovilizar las luchas democráticas de los sectores sometidos y el sentido de justicia en este conflicto, se da entonces, por cómo se relaciona República con Democracia, a través de la acción política que debe ser participativa para transformarse así en Democracia Social que no es otra cosa que el fortalecimiento de la lucha social que los sectores populares llevan adelante contra la dominación de cualquier signo.

VICENTE SCORDAMAGLIA


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