martes, 18 de octubre de 2016

CONSIDERACIONES POLITICAS

CONSIDERACIONES POLÍTICAS

Las prácticas políticas, a las cuales todavía siguen aferrados muchos dirigentes de nuestro país, me hacen pensar que todavía no tomaron  nota del descrédito que gran parte de la sociedad profesa hacia ellos, sus métodos, anclados en el pasado histórico de la democracia de nuestro país, contrastan significativamente con las nuevas formas de hacer política y construcción de poder que a partir de ello utilizan algunos países que ya aprendieron la lección; en esos países democráticos ciertas prácticas, no solo ya son caducas, sino que además hasta han implementado sistemas de voto electrónico que disminuye los porcentajes de fraude en cualquier tipo de votación que se lleve adelante. De la mano de la tecnología, accedieron a métodos mucho más sofisticados que abarcan desde la incorporación de los reclamos de las asociaciones civiles como así también las redes sociales en donde confluye la opinión de cientos de miles de personas con fácil acceso al intercambio comunicacional.
El error que persiste una y otra vez por parte de los cuadros medios de los agrupamientos de nuestro país, es que todavía creen que pueden influir sobre el voto de la sociedad, sin comprender que la política tradicional montada únicamente sobre las viejas estructuras de punteros barriales llegó al final de sus días para no recuperarse nunca más. La metodología que se imponía como práctica a partir de las primeras elecciones realizadas en nuestro país, daban cuenta de un esquema organizativo vertical e interpersonal, es decir, las formaciones partidarias elegían a sus candidatos mediante roscas, tranzas o lecciones controladas y luego estos por intermedio de punteros barriales llegaban a la gente con sus propuestas y promesas que en la mayoría de los casos no se cumplían, solo se trataba de obtener el voto para luego desaparecer de los barrios a la hora de cumplir con la palabra empeñada. Este esquema dejó de funcionar en cuanto los principales candidatos nacionales tuvieron acceso a otras formas para comunicar sus propuestas con llegada a un número mayor de personas a través de los medios masivos de comunicación, de esta manera llegaron a miles de personas en tiempo real con consignas bien elaboradas realizando operaciones rápidas y más eficientes tendientes a captar la atención de la gente en general; lo que antes le costaba a la militancia partidaria tiempo y esfuerzo personalizado, hoy con recursos económicos se puede comprar casi todo hecho, hasta canales de televisión como hemos visto en los últimos tiempos.
El punto de inflexión entre lo viejo y lo nuevo se basa en dos creencias erróneas: por un lado quienes creen que solamente los punteros barriales tienen llegada a los vecinos de cualquier localidad y quienes por el contrario creen que solo con el candidato sin estructura territorial puede llegar a tener el voto cautivo de la gente como fue hasta hace algunos años atrás en donde se podían ganar elecciones indefinidamente. Lo cierto es que la realidad está mostrando otra cosa y en el mejor de los casos de esta forma solo se organizan unos pocos militantes que apenas les alcanza para pelear por un lugar en las listas sábanas de cualquier elección; como consecuencia de este accionar, muchos armados políticos también fracasan ya que el viejo vínculo entre la política y la gente está desgastado y sin representación partidaria que lo movilice; así, el poder de los votos lo conserva la propia gente y lo utiliza en cada ocasión como mejor le parece acabando definitivamente con el voto cautivo (o clientelar) que tanto mal le hizo a la democracia argentina.
En este contexto donde las representaciones partidarias fueron perdiendo credibilidad frente a las demandas sociales, estos espacios fueron ocupados por otros actores de la sociedad, tal es el caso de los medios de comunicación que pasaron a ocupar un rol destacado en la problemática social, política y económica del país; más allá de la finalidad de informar (tal es su misión) han logrado con el tiempo mediar entre lo que sucede en el mundo real y la gente, ellos fueron confiados por la gente para visibilizar lo que antes estaba oculto y los políticos no quisieron develar,          (quizás porque los involucraba) como consecuencia de esta anomalía, todos aquellos temas que no ocupaban un lugar en la agenda de discusión de la vida política del país (la corrupción, el narcotráfico y otras yerbas) fueron develados por los medios y los llamados periodistas de investigación, que sumados a todos los problemas sociales, políticos y económicos que acontecen a diario en nuestro país comenzaron a ocupar un lugar central y preponderante  donde a diario nos sorprenden con más y más corruptos que mantienen ocultos en el freezer de las redacciones. Esta vacante que fue dejada por la política sin capacidad de respuesta a esas demandas la ocuparon algunos periodistas estrellas de nuestro país, pero es justo destacar en este párrafo que existe una ventaja comparativa entre los medios de comunicación y la política y es que nadie les va a pedir a estos que le resuelva sus problemas, solo que los  difunda y con ello, ejerza presión sobre la clase política existente para que lo “resuelva”.
 Mucho se ha hablado de la grieta que dejó el Kirchnerismo a lo largo de tres mandatos consecutivos en el ejercicio del poder. La confrontación sistemática como práctica de construcción política y el argumento ideológico que señalaba a aquel que pensara distinto como el enemigo que había que combatir, fueron sus argumentos  favoritos. Mirándonos en el espejo de Colombia que le costó ciento de miles de muertos en lo que va de los últimos cincuenta años y la zozobra permanente como modo de vida de su población, observamos con agrado que como ellos, la humanidad toda comienza a darse cuenta que el ideologismo extremo esconde en su exacerbado discurso, intereses que van más allá de una utopía libertaria. Todo sujeto que combate a un enemigo cruel y despiadado, al argumentar su discurso y exagerar sus prácticas en el combate, corre el riesgo de convertirse en el transcurso de esa acción, en lo mismo que combate de su enemigo: esto es, la bestialidad que representa. 
Si bien es cierto que la política es una lucha por el poder no es menos cierto que esa confrontación (si vence) le otorgue derecho alguno de producir la desunión ciudadana en el transcurso de hegemonizar su proyecto político; de modo que todo dirigente o comunicador social o periodista (por más estrella que sea) desde una posición de poder provoque o estimule una grieta en el seno mismo de la identidad nacional, está atentando contra los intereses de todos los argentinos piensen como piensen porque no hace otra cosa con su exceso verbal que deslegitimar todo aquello que se pudo haber hecho de bueno, tal es el reciente caso del periodista estrella Jorge Lanata con sus dichos a la expresidenta argentina.
Si los mismos políticos que prometían y luego no cumplían se fueron alejando cada vez más de la gente sin hacerse cargo siquiera de asumir el compromiso de buscar alguna forma de respuesta institucional que refleje una actitud diferente frente a la grave situación social existente, lo mismo le cabe a aquellos medios de comunicación y sus periodistas estrellas que creen que pueden bastardear la confianza “otorgada” por la gente en su construcción de una sociedad mejor para todos.
Para terminar con estas verdades de Perogrullo, digamos que en las últimas elecciones realizadas en nuestro país se viene consolidando una tendencia que indica que la gente ha dejado de ser rehén de grupo, facción o partido político para asumir por sí sola la responsabilidad de elegir a los mejores  hombres y mujeres (provengan del sector político que estos sean) que han demostrado asumir los riesgos que implica trabajar para mejorar la condición de vida y el bien común de sus compatriotas; si esto es así, que nadie  entonces se atribuya la representación de las mayorías porque se puede llevar una sorpresa y sino fíjense lo que sostenía Voltaire:
“El tiempo, que es el único que fragua la reputación de los hombres, hace finalmente respetables los defectos”

VICENTE SCORDAMAGLIA

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