Artículo de opinión
LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS ARTIFICES DE LA EMERGENCIA
Por: Vicente Scordamaglia
El gobierno
nacional comienza a estar más preocupado por la inflación, la marcha ascendente
del dólar (que se traslada invariablemente a los precios) y el desequilibrio
general de la economía que involucra a todos los sectores productivos del país,
que por la propia oposición que todavía no logra capitalizar los desaciertos
del gobierno de la alianza Cambiemos.
En el tercer año de la administración
del gobierno actual, en donde hace pocos días se habían reformulado su meta antiinflacionaria
de un (15 %) para el año 2018, el INDEC, le aportó mayor dramatismo al
proporcionar los datos del mes de febrero con un lapidario (2,4 %); la noticia
generó una mayor zozobra en el gobierno en momentos en que los gremios exponen
sus argumentos para cerrar las paritarias del año en curso con una perspectiva inflacionaria
en constante aumento hasta llegar a un 25 % anual.
Es indudable que los errores del
gobierno en el manejo de la economía nacional comienzan a pasar factura en el
momento en que las reformas no aportan los resultados esperados, las
inversiones externas brillan por su ausencia y la gente le va perdiendo el
miedo a los cucos políticos ventilados por la actual administración
configurando un escenario en el que el gobierno comienza a sentirse jaqueado
por la propia ineficiencia de un modelo que destruyó a los sectores productivos
nacionales afectando dramáticamente a los sectores medios y medios bajos del
mercado interno, sectores estos que en el momento como el actual se hubieran convertido en la rueda de
auxilio de los magros resultados derivados de modelos político y económico de
exclusión como el desarrollado por la actual administración.
Más allá de las reformas prometidas y
las mejoras invisibles que solo el gobierno alcanza a ver, posponiendo
resultados de semestre en semestre desde que asumió aquel diciembre de 2015,
los argentinos comienzan a desanimarse frente al futuro inmediato que
visualizan en una sucesión de eventos cotidianos como un camino incierto hacia
un nuevo fracaso de la economía política y sus consecuencias en un mundo cada
vez más competitivo con economías cada vez más cerradas al flujo de productos
externos. En este sentido el gobierno de la alianza Cambiemos se encuentra en
una dramática encrucijada: aceptar las reglas de juego internacionales que
dicen que solo debemos comprar todo lo que las potencias producen y poco
podemos vender lo que con altos costos producimos en nuestro país, se plantea
la siguiente disyuntiva: o reactivamos nuestro mercado interno en una espiral
de consumo interno que nos permita equilibrar nuestro déficit y adecuar la
relación que debe existir entre producción y consumo o el caos sobrevendrá como
consecuencia de una parálisis generalizada.
El miedo a
todo lo que tenga una vertiente popular que los economistas neoliberales imprimieron
en el pensamiento político argentino aseverando que un modelo de distribución más
equitativo nos llevará a resultados parecidos a los de Venezuela (Argentina no
es Venezuela) impiden avanzar hacia un desarrollo interno sostenido promovido
por un consumo equilibrado del mercado interno como salvaguarda de las
políticas proteccionistas y expansivas de los mercados internacionales que
impiden (y esta es la falacia) el libre acceso a los mercados globales con
ventajas comparativas en beneficio de nuestra economía.
Las pequeñas
y medianas empresas (PYMES) nos pueden ayudar a salir de
la actual incertidumbre nacional; estos empresarios nacionales estimulados por
un rápido consumo interno son capaces, por sí solos, de generar trabajo inmediato, aumentar la
recaudación fiscal y mejorar los magros sueldos de nuestra clase trabajadora
reformulando políticas y modelos que nos llevan peligrosamente hacia el abismo.
Todo esto es mejor que poner en la agenda nacional un apresurado adelantamiento
de la discusión de las próximas elecciones nacionales como tapadera de la
crisis actual que de no encontrar alguna respuesta inmediata, ni siquiera una
buena performance de nuestra selección en el mundial de Rusia nos podrá salvar
de un nuevo y amargo fracaso nacional.
La alternativa para los argentinos no
es un liberalismo económico que deje afuera a las tres cuartas parte de los
argentinos, tampoco un populismo autoritario que divide la base fundante de la
unión nacional, la alternativa para los argentinos es un proyecto nacional y
popular que incluya a todos los sectores por igual en una economía virtuosa y
ascendente que nos saque definitivamente de la decadencia nacional.
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