lunes, 19 de marzo de 2018

LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS ARTIFICES DE LA EMERGENCIA

Artículo de opinión
LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS ARTIFICES DE LA EMERGENCIA
Por: Vicente Scordamaglia

El gobierno nacional comienza a estar más preocupado por la inflación, la marcha ascendente del dólar (que se traslada invariablemente a los precios) y el desequilibrio general de la economía que involucra a todos los sectores productivos del país, que por la propia oposición que todavía no logra capitalizar los desaciertos del gobierno de la alianza Cambiemos.

En el tercer año de la administración del gobierno actual, en donde hace pocos días se habían reformulado su meta antiinflacionaria de un (15 %) para el año 2018, el INDEC, le aportó mayor dramatismo al proporcionar los datos del mes de febrero con un lapidario (2,4 %); la noticia generó una mayor zozobra en el gobierno en momentos en que los gremios exponen sus argumentos para cerrar las paritarias del año en curso con una perspectiva inflacionaria en constante aumento hasta llegar a un 25 % anual.

Es indudable que los errores del gobierno en el manejo de la economía nacional comienzan a pasar factura en el momento en que las reformas no aportan los resultados esperados, las inversiones externas brillan por su ausencia y la gente le va perdiendo el miedo a los cucos políticos ventilados por la actual administración configurando un escenario en el que el gobierno comienza a sentirse jaqueado por la propia ineficiencia de un modelo que destruyó a los sectores productivos nacionales afectando dramáticamente a los sectores medios y medios bajos del mercado interno, sectores estos que en el momento como el  actual se hubieran convertido en la rueda de auxilio de los magros resultados derivados de modelos político y económico de exclusión como el desarrollado por la actual administración.

Más allá de las reformas prometidas y las mejoras invisibles que solo el gobierno alcanza a ver, posponiendo resultados de semestre en semestre desde que asumió aquel diciembre de 2015, los argentinos comienzan a desanimarse frente al futuro inmediato que visualizan en una sucesión de eventos cotidianos como un camino incierto hacia un nuevo fracaso de la economía política y sus consecuencias en un mundo cada vez más competitivo con economías cada vez más cerradas al flujo de productos externos. En este sentido el gobierno de la alianza Cambiemos se encuentra en una dramática encrucijada: aceptar las reglas de juego internacionales que dicen que solo debemos comprar todo lo que las potencias producen y poco podemos vender lo que con altos costos producimos en nuestro país, se plantea la siguiente disyuntiva: o reactivamos nuestro mercado interno en una espiral de consumo interno que nos permita equilibrar nuestro déficit y adecuar la relación que debe existir entre producción y consumo o el caos sobrevendrá como consecuencia de una parálisis generalizada.    

El miedo a todo lo que tenga una vertiente popular que los economistas neoliberales imprimieron en el pensamiento político argentino aseverando que un modelo de distribución más equitativo nos llevará a resultados parecidos a los de Venezuela (Argentina no es Venezuela) impiden avanzar hacia un desarrollo interno sostenido promovido por un consumo equilibrado del mercado interno como salvaguarda de las políticas proteccionistas y expansivas de los mercados internacionales que impiden (y esta es la falacia) el libre acceso a los mercados globales con ventajas comparativas en beneficio de nuestra economía.    

Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) nos pueden ayudar a salir de la actual incertidumbre nacional; estos empresarios nacionales estimulados por un rápido consumo interno son capaces, por sí solos, de  generar trabajo inmediato, aumentar la recaudación fiscal y mejorar los magros sueldos de nuestra clase trabajadora reformulando políticas y modelos que nos llevan peligrosamente hacia el abismo. Todo esto es mejor que poner en la agenda nacional un apresurado adelantamiento de la discusión de las próximas elecciones nacionales como tapadera de la crisis actual que de no encontrar alguna respuesta inmediata, ni siquiera una buena performance de nuestra selección en el mundial de Rusia nos podrá salvar de un nuevo y amargo fracaso nacional.        

La alternativa para los argentinos no es un liberalismo económico que deje afuera a las tres cuartas parte de los argentinos, tampoco un populismo autoritario que divide la base fundante de la unión nacional, la alternativa para los argentinos es un proyecto nacional y popular que incluya a todos los sectores por igual en una economía virtuosa y ascendente que nos saque definitivamente de la decadencia nacional.        

       

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