Artículo de Opinión
EL CAMINO A LA PRESIDENCIA ESTÁ PLAGADO DE BUENAS INTENCIONES
Por: Vicente Scordamaglia
El mensaje de los candidatos es
mostrarse frente a la opinión pública seguros de que, si los ciudadanos los
eligen, sacarán al país de la tremenda crisis que sacude las entrañas mismas de
la economía nacional y por ende, aliviar las economías familiares que se
encuentran al borde del colapso general. En realidad, hasta ahora, los
candidatos esgrimen pocos argumentos cuando tienen que explicitar como
realizarán semejante hazaña que los elevará, si lo logran, a la categoría de
los nuevos dioses de la política argentina, máxime cuando quienes se proponen
para el desafío ya pasaron por el gobierno y no les es ajeno que Argentina
desde el punto de vista económico, se encuentra en banca rota.
A esta altura de los acontecimientos,
el gobierno de Mauricio Macri es poco lo
que puede ofrecerle a los argentinos después de gestionar durante casi cuatro
años de mandato, este espacio ya ha agotado casi todos los recursos de una
gestión fallida, el margen de confianza que le queda, otorgado por el
electorado, es extremadamente estrecho y solo se aferra a un milagro que
produzca una importante baja de la inflación a través del control de cambio
manteniendo el dólar estable y
enfatizando aún más su consigna (devaluada) favorita: ¡este es el camino correcto! ¡SÍ se puede! mientras
provoca en el resto de las variables económicas una sangría que afecta
significativamente al conjunto de los argentinos.
Desde que asumió el gobierno de
Mauricio Macri, las propuestas políticas en Argentina duran poco; se mueren
antes de dar a luz. Desde la reciente puesta en escena de Sergio Massa
convocando a todos los argentinos a trabajar mancomunadamente sobre la idea de
desarrollar diez puntos (algo así como la tabla de los diez mandamientos)
básicos para ser consensuado por todos los espacios políticos, sufrió en menos
de un mes, una serie de mutaciones en la medida en que fue reformulada por
otros sectores, el mismo gobierno comenzó a convocar con una serie de
propuestas que la ciudadanía ya no sabe si son similares o si solo se trata de
ganar tiempo para llegar hasta las próximas elecciones. Además, qué sentido
tiene faltando tan poco ya nadie les cree. Recordemos que en medio de toda esta
confusión el gobierno intentó un nuevo y malogrado control de precios que
prácticamente, no solo que no se cumple (salvo en unos pocos productos) sino
que además no llevó ningún alivio a la población y solo sirvió para promover
nuevas incertidumbres
Las próximas elecciones en lo que
respecta a los números y probabilidades proporcionados por los encuestadores no
varían mucho de lo que fue la elección de 2015. Por ahora los pronósticos
preliminares acerca de las preferencias ciudadanas para primera vuelta se
reparten en tres frentes que por ahora no se sacan ventaja y ninguno consigue
consolidar una posición efectiva en el electorado.
Lavagna que va y viene, agita sus
laureles conseguidos en la crisis de 2001/2002 y exige que se lo proclame
candidato por consenso y no por elecciones democráticas en las primarias PASO,
lo hace porque es sabedor que la economía argentina está tan dañada que
requiere una apoyatura política que exceda el marco de las formaciones
políticas de la que dispone para el desafío que viene, es decir que pretende
sumar a su propuesta a organizaciones sociales, empresarios y gremialistas para
encarar la difícil tarea por venir. Algo así como fue el acuerdo económico y
social realizado por Duhalde, Alfonsín y la Iglesia, solo así dice, se podrá
emprender la tarea que por demás será gigantesca.
Massa es quizás el político mejor
preparado para liderar el desafío y en base a ello no deja de rendir examen
para hacerle ver a los argentinos que posee el liderazgo suficiente y el
conocimiento de cada uno de los problemas, como así también la solución pero no
logra perforar su propia marca de las últimas dos elecciones (presidenciales
2015 y legislativa 2017)
Macri se aferra a un imposible por
llegar a las próximas elecciones antes que el plan pergeñado con el fondo
monetario internacional le explote en la cara. La convocatoria a todos los actores
de la sociedad más que un plan de emergencia se parece más a un manotazo de
ahogado que en su desesperación, intenta camuflar con dádivas a los
gobernadores y a algunos gremialistas que su gestión económica ha sido un
rotundo fracaso llevándose puesto a casi todos los sectores productivos de la
nación que reclaman medidas urgentes al tiempo que sectores de su propio
espacio le piden al presidente que tenga un gesto de grandeza y convoque a sus
partidarios a revisar su propia fórmula presidencial.
En medio de
este desaguisado, la ex presidenta lanzó su fórmula presidencial. Ya todos
sabemos el impacto que produjo la formula Fernández - Fernández obligando a
propios y extraños a revisar sus estrategias de campaña. Desde de allí, el
kichnerismo crece lento pero sin techo esperando que la estrategia de Napoleón
le de los frutos esperados así enseñaba el estratega: “nunca molestes al enemigo cuando esté cometiendo tantos errores”;
con solo dar algunas señales al gran número de indecisos (¿es en este caso el
cuarto espacio en disputa?) para intentar dar el gran salto de ganar en primera
vuelta, tarea que le cabe a Alberto Fernández en enfatizar de que ahora sí van
a volver pero para ser mejores corrigiendo aspectos importantes de su modelo
esbozado ya en el lanzamiento del libro de Cristina Fernández (Sinceramente)
transformado en acto político; ese día delineó un par de propuestas
interesantes desde donde va a construir un nuevo relato para seducir a las
numerosas capas medias y trabajadores del país: construir entre todos un nuevo
contrato social y una reactivación del mercado interno, base indispensable para
reconstruir el tejido social.
Quizás
debamos reflexionar sobre nuestro pasado inmediato rescatando como aprendizaje
que el futuro se construye necesariamente con la elaboración del pasado.
En este
sentido lo acontecido y lo por acontecer se relacionan profundamente. Es muy
conocida la frase popular que dice que ni siquiera Dios puede cambiar el pasado
pero se cuenta que hace unos años, el rabino Joseph Soloveichik sorprendió y
desconcertó a sus alumnos cuando les dijo en una clase que: "el ser humano es el único ser en la
creación que tiene la capacidad de rectificar el pasado". Sus
discípulos se quedaron atónitos ante lo que habían oído del maestro.
Soloveichik serenó los ánimos y explicó sus palabras diciendo que: la visión que tenemos sobre el pasado es
absolutamente subjetiva y cambia en la medida en que cambiamos nuestra visión
del presente. La intención de
rectificar nuestras conductas éticas futuras modifica nuestra perspectiva del
pasado. ¿Será posible que así sea? El pueblo que todo lo sabe en unos pocos
meses, dará su veredicto final.
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