jueves, 18 de junio de 2015

SOLO SE TRATA DE COMPRENDER

SOLO SE TRATA DE COMPRENDER
¿Comprender es justificar?

Pese a quien le pese Cristina Fernández de Kirchner se dispone a retirarse del gobierno (al menos así parece) con todo su poder intacto. Es más, hasta se podría decir que conserva niveles de aprobación más altos que los propios candidatos que aspiran a sucederla. La demostración de poder realizada en la semana de mayo, la obcecada decisión de seguir aprobando leyes en  beneficio propio, sumado a los últimas anuncios de transformar en ley el derecho universal por hijo, (reclamado hasta por la oposición) muestran al oficialismo, con una capacidad intacta de movilización (como en los albores de su dinastía) y una vocación para conservar la iniciativa política en todos los niveles de decisión de su gobierno, demostrando así, que todavía es capaz de hacerlo en pleno ejercicio de todas sus facultades.

Ya me he ocupado extensamente a través de distintos artículos de ser un crítico implacable de este gobierno y su modo de construir poder, señalando yerros u atropellos en su acción de gobierno, desafiando o ignorando al resto de los poderes de nuestra precoz democracia que se encuentra en un punto de inflexión, al elegir en apenas unos meses, un recambio presidencial que puede cambiar el escenario nacional por los próximos veinte años; es hora entonces, de hacer con la misma severidad, un balance de aquellas cosas realizadas por este gobierno y que nadie  hasta ahora las ha realizado (salvo el propio Perón en su tiempo) en beneficio de vastos sectores de nuestra sociedad necesitados de elementos básicos insatisfechos.
Pese a quien le pese, el argentino medio sabe que este gobierno se ocupó de algunos de sus principales problemas, como son, el trabajo y sus paritarias, el derecho universal por hijo, planes  para los sectores más postergados de la sociedad, políticas de derechos humanos y derechos para las minorías postergadas, jubilaciones un poco más dignas y para los que tienen mejores ingresos como los sectores medios de la sociedad: el auto cero kilómetro, dos vacaciones por año en nuestro país o en el extranjero, equipamiento tecnológico personal y familiar como los teléfonos móviles, computadoras, televisores de última generación y artículos de la llamada línea blanca (cocinas, lavarropas, heladeras) además, estos sectores, gozan de una buena capacidad de ahorro que muestran porcentajes récords de compra de dólares para atesorar (495.277.677 millones de dólares según la AFIP) en el mes de mayo, y así podríamos seguir un rato largo enumerando muchas cosas que hacen al mejoramiento de la calidad de vida del pueblo en su conjunto. Todo esto y otras, se ha dado en llamar por los críticos, como el efecto consumista de la sociedad argentina, sin advertir que nuestro pueblo (y en especial las numerosas capas medias de nuestra sociedad) tiene una alta expectativa de vida que no es lo mismo, lo cierto es que, objetivamente, Argentina muestra todavía niveles de vida altos con respecto a otros pueblos de la región y mucho más si se lo compara con el pasado inmediato de nuestro país (año 2001); en este sentido, si analizamos desprendidos de intereses ideológicos nos daremos cuenta también que el alto porcentaje de adhesión que tiene este gobierno por parte de los jóvenes de entre veinte y treinta y cinco años es debido a que cuando intentaron incorporarse al mercado laboral, no conseguían trabajo o si lo había, se trataba de trabajo precarizado, en ese entonces, esta generación, tenía apenas veinte años, como vemos, ese recuerdo es muy fuerte a la hora de defender intereses legítimos ya que muchas parejas jóvenes que se constituyeron como familia en los últimos doce o quince años tienen al respecto una vivencia mucho más fuerte que una comprensión teórica de los acontecimientos.
Es verdad que priorizar todos estos logros y este despliegue fenomenal de recursos económicos (mucho de ellos a través de subsidios) se fueron realizando a expensas de postergar otros problemas no menos serios que padece nuestra sociedad como la inseguridad, el narcotráfico, la corrupción, crisis energética y otros males endémicos que no se los podemos endilgar todos a este gobierno ya que tienen larga data en nuestra sociedad, en todo caso, si usted quiere, el gobierno es responsable de no haber hecho nada por resolverlos.
Este conglomerado de medidas que pueden ser cuestionadas por cierto, es el núcleo central de la política de un gobierno que priorizó contener primero a los sectores más vulnerables de la sociedad que venían siendo golpeados y abandonados (por los sucesivos gobiernos de todos los signos) a su suerte por las distintas crisis económicas del pasado; recordemos, que el conjunto de estos sectores, deambulaba por las calles de la ciudad y rutas argentinas en demanda de solución a sus necesidades básicas insatisfechas haciendo peligrar en todo momento, la incipiente gobernabilidad. Al mismo tiempo, el gobierno de los Kirchner, eligió fortalecer el mercado interno estimulando a la gran clase media que posee nuestro país, con el claro objetivo de que se produzca un despliegue de recursos económicos en el mercado interno para favorecer (a través de la demanda) a la industria, el comercio y la producción, generando nuevos puestos de trabajo que redundaron en un círculo virtuoso de la economía en general del cual, todos los sectores de nuestra sociedad, fueron alcanzados por alguno de estos beneficios.    
Ahora bien, como síntesis de un escueto e imperfecto análisis, diremos que el gobierno nacional posee un plus por sobre el resto de las fuerzas políticas, esto es, un fuerte liderazgo político, sectores que apoyan incondicionalmente su conducción y sus manejos con una fuerza de movilización territorial e institucional organizada con capacidad decisoria a la hora de implementar políticas o realizar  operaciones destinadas a imponer sus decisiones por sobre las del resto de las fuerzas políticas en pugna que disputan el poder en nuestro país, por lo que no es de esperar, que este gobierno y su gente se vayan a su casa después del recambio presidencial y así solo esperar; mucho más aún, si lo que se espera que suceda, la presidenta tendrá una participación decisiva en el armado del próximo gobierno que en su defecto condicionará al próximo, sea éste del  signo que sea. Quizás, deberíamos agregar aquí, que los Kirchner mantuvieron a raya a todos aquellos factores de poder (militares, sindicales, económicos y medios de comunicación) que históricamente ejercían una hegemonía absoluta en favor de sus intereses de facción o sector. 
Mientras escribía este artículo, fui sorprendido por el anuncio de la incorporación de Zannini a la fórmula presidencial de Daniel Scioli ; la sorpresa no fue que Scioli tuviera un vicepresidente en la formula(obvio)  sino que la sorpresa era quien sería ese personaje y en este caso se me ocurre que la figura de Zannini representa, en caso de que gane esta fórmula presidencial, la presencia de Cristina  en el próximo gobierno y en el poder. Todo este acontecer, no hace otra cosa que ratificar mis dichos en los distintos artículos de los últimos dos años cuando venía diciendo que alguna de estas situaciones posibles podía prosperar.   
En el otro extremo del tablero político, (el espacio opositor) y en el transcurso de los últimos  meses, los candidatos mejor posicionados para “representar” las distintas expectativas de los votantes opositores e independiente, se ven sometidos al ataque especulativo de algunas operaciones de desgaste producido por operadores del gobierno y por la acción incisiva de las encuestas (con una población sensible a ellas que los mantiene en el sube y baja) para impedir acuerdos entre ellos que posibiliten presentar un frente único como alternativa para oponer al gobierno nacional. Todo este armado debería de haberse logrado consensuando una única fórmula que obligue a los candidatos del gobierno a una segunda vuelta donde seguramente perderían las elecciones venideras.  En este sentido, las encuestadoras vienen cumpliendo un rol decisivo al instalar en tiempo preciso y real, a aquellos  candidatos que de por sí solos no hubieran podido visibilizarse en el poco tiempo que resta hasta el cierre de acuerdos partidarios.
Los intereses de la política y sus dirigentes de cara a las próximas elecciones, están configurando un escenario difícil de definir para el ciudadano de a pie. A decir verdad, en el tiempo que resta de aquí a las próximas elecciones, no se ve un solo candidato que privilegie los intereses de los ciudadanos que aspiran a representar por sobre los intereses personales de estos; en ese devenir, se los ve como nunca antes se ha visto, moverse de un espacio a otro sin ningún tipo de prejuicio moral, ideológico o partidario que le impida cerrar acuerdos en busca de una mejor performance para mantener su nivel competitivo con el claro objetivo de perpetuarse en el poder. 
Esta metodología hasta ahora encubierta de la política argentina, nos muestra descarnadamente una ruptura profunda de valores que unos pocos venían sosteniendo con mucho esfuerzo a través de lealtades personales que por lo menos conservaba algunos signos de recuperación del nivel moral y ético de la política argentina; sin embargo, el espectáculo cotidiano de la vida nacional nos muestra lo contrario, el todo vale es la regla, la deslealtad su mejor herramienta y el dinero su único valor. En este cambalache de la modernidad que se ventila cotidianamente por las pantallas de la televisión, los personajes que más se destacan son aquellos que rompen con las barreras morales  sintiéndose “libres” de toda atadura moral, avanzando sin cesar hacia la conquista de su único objetivo, el dinero y el poder.   
Para concluir digamos que el futuro inmediato de Argentina no se visualiza con la suficiente claridad que debería faltando tan poco para el recambio presidencial. En una dispersión de la voluntad de los votantes luego de las PASO entre el frente para la victoria, el frente renovador y el pro (dicen los más optimistas del gobierno) los dejaría ante la posibilidad de ganar en primera vuelta si consiguen sacar el 10% más por sobre los otros dos contrincantes. Si el próximo gobierno, cualquiera sea este, no alcanza una contundente legitimidad, Argentina puede quedar atrapada en una descomunal lucha por el poder convirtiendo a la democracia Argentina en un laberinto sin salida.
Lo cierto de todo esto es que una preocupación se instaló en la conciencia de los argentinos; ¿qué ocurriría si el triple empate de Santa Fé  se repitiera a nivel nacional?   


VICENTE SCORDAMAGLIA

1 comentario:

JORGE VILARRASA dijo...

MUY CLARO EL ANÁLISIS, COMO SIEMPRE.
COMPARTO CASI TODO. ME PARECE QUE UN ESCENARIO PARECIDO AL DE SANTA FE NO SE VA A DAR. EL FRENTE PARA LA VICTORIA SERÁ TRINFADOR EN LAS PASO Y EN LAS GENERALES.
UN ABRAZO GRANDE