Los dirigentes que tuvieron a su
cargo el armado de un espacio renovador en la ciudad autónoma de buenos aires
(CABA) no estuvieron a la altura de los acontecimientos y como consecuencia de
ello, han fracasado rotundamente en su objetivo. Estos, a quienes Sergio Massa
encargó el armado de un frente renovador para competir por la jefatura de
gobierno y así potenciar su candidatura presidencial, no solo no fueron capaces
de convocar a un candidato representativo para los porteños, sino que, además,
dispersaron a todo el arco opositor peronista e independiente que tuviera
alguna expectativa en que se pudiera armar un espacio acorde con lo que el
común de los porteños estaba esperando.
Un grupo de dirigentes añejos,
desprestigiados frente a la opinión pública porteña, camuflados una vez más en
distintas estructuras partidarias como son algunos partidos políticos que de
ello solo pueden exhibir el sello y ninguna representatividad electoral,
intentó ponerse una vez más por delante de los intereses de los ciudadanos
cometiendo los mismos atropellos del
pasado que los llevó a quedar una vez más, lejos de la consideración de la
gente. Fueron más importantes sus propios intereses que las expectativas de los
potenciales votantes en un distrito, que si bien no aporta un número decisivo
de votos, pero si es la vidriera nacional que marca la tendencia de las grandes
ciudades del país.
Por otro lado (y esto me duele
decirlo) en el otro extremo generacional, un grupete de nuevos dirigentes,
inexpertos, arrogantes y soberbios irrumpieron en el escenario porteño creyendo
que por el solo hecho de ser jóvenes se ganarían (mágicamente) la
representatividad de la gente, dilapidando en el mejor de los casos la
oportunidad que muchos de ellos estaban esperando para buscar suplantar con
mejores valores personales (que la generación que la precedió) establecer
nuevos vínculos con los ciudadanos de la ciudad capital, la construcción de una
verdadera renovación de ideas, de prácticas y dirigentes más probos.
Estos jóvenes portando tan solo
su estado generacional (estado natural en un momento temporal de la vida que no
constituye un valor en sí mismo) se presentaron en la política de la ciudad
autónoma de Buenos Aires, convocando sin ningún argumento valedero más que el
de ser nuevos en la política (como si eso los eximiera de todo pecado) apelando tan solo el nombre de Sergio Massa,
para promover así un proceso renovador en la ciudad. En esa carrera contra el
tiempo para formar una dirigencia nueva más creíble, se mimetizaron con sus antecesores
repitiendo prácticas, discursos y deslealtades múltiples, que no les permitió
diferenciarse (desconociendo que la
CABA es el distrito más complejo del país) de ellos,
completando así el descalabro actual de las expectativas transformadoras. Ambas
franjas de los límites generacionales de la política “renovadora” de la CABA se asociaron para
construir un sonoro fracaso y contribuir así, a la crónica de un final
anunciado.
Ambos segmentos del frente
renovador, cometieron el mismo traspié a la hora de exponerse de cara a los
ciudadanos porteños, no les importó pensar que la renovación no es solamente un
cambio de caripelas más o menos “bonitas” sino que lo
importante de una verdadera renovación son los cambios de contenido de la
política acompañados con valores personales en los cuales la ciudadanía se
pueda identificar antes de depositar su confianza en una candidatura.
De este modo, la mediocre
participación (con un candidato de emergencia como fue el economista Guillermo
Nielsen) en las elecciones internas (PASO) con apenas el 0,9 % de los votos,
lesionó seriamente el futuro del candidato presidencial Sergio Massa que buscó
como recomponer su imagen para tener alguna chance de cara al futuro con dos
acciones simultáneas, la primera: relanzar su candidatura en el acto de Vélez
(para mostrar que no ha perdido poder de convocatoria frente a la gente) y la
segunda el armado de un frente más amplio (Unidos por Una Nueva Argentina (UNA))junto
a un dirigente histórico del Peronismo Nacional como lo es Juan Manuel De La Sota.
En este sentido es importante
señalar que esta no es una elección intermedia como lo fue la que catapultó la
figura de Sergio Massa como candidato a diputado nacional y eventual
presidenciable, en ese caso la renovación en cuestión se pudo dar el lujo de
experimentar una serie de operaciones que redundaron en potencial beneficio a
futuro, escondiendo bajo la alfombra las impurezas de algunos dirigentes; esta,
es una elección presidencial que se supone cambiará el rumbo (al menos eso cree
la mayoría) y el modelo de país que hegemonizó el Kirchnerismo en los últimos
doce (12) años y que pretende seguir monopolizando aun fuera del poder, por
tanto, aquel que aspire a su remplazo deberá contar no solo con los atributos
personales indispensables sino además el coraje necesario de enfrentar
cualquier contratiempo minimizando yerros políticos que mellen las aspiraciones
presidenciales de los dirigentes que están en la oposición.
CANDIDATOS EN EL SUBE Y BAJA
Si el supuesto que acabamos de
describir es el correcto, veamos con atención como se va configurando el
escenario electoral para los otros candidatos de esta contienda
presidencial. Es indudable que el
ascenso del ingeniero Macri luego del rotundo triunfo de la CABA lo colocó en una mejor
situación que la que ostentaba antes de las PASO porteñas, la expectativa
generada promovió la toma de posición inmediata de algunos dirigentes
nacionales y provinciales que potenciaron su candidatura ubicándolo como el
principal candidato opositor al gobierno nacional; la construcción del PRO en
ese sentido, avanza en popularidad pero todavía no logra una consolidación a
nivel nacional de su figura y mucho menos su estructura partidaria teniendo que
realizar una serie de alianzas con otros partidos locales según la fortaleza
distrital que estos tengan.
Sin embargo en este sube y baja
de los candidatos presidenciales que han logrado instalarse en el escenario
electoral, nadie tiene la verdad revelada con respecto al momento histórico que
vive nuestro país que, a decir verdad, es harto más complejo de lo que muchos
creen. Si como se desprende del discurso de la Presidenta de la Nación con respecto a la
bajada de sus propios candidatos que no miden, pareciera entonces expresar una
segura resignación a volcarse por el que más mide de todos ellos, en este caso
es el propio Daniel Scioli, configurándose entonces, un verdadero dilema
electoral a la que parecía ser una segura polarización entre el gobierno (con
Daniel Scioli candidato) y el opositor elegido por Cristina el ingeniero
Mauricio Macri. Si esto es así, los más entusiastas del gobierno apostarían a
sostener a Sergio Massa (a pesar de que cada día que pasa se debilita frente a
los otros dos oponentes) en las PASO para intentar ganar en las elecciones nacionales
en primera vuelta esperando sacar una diferencia con respecto al segundo de más
de un 10% de los votos.
Lo cierto de todo esto es que,
cualquiera sea el resultado electoral y gane un candidato oficialista u
opositor, el futuro político nacional no será un lecho de rosas por donde
transite la democracia argentina en busca de un futuro mejor, más bien lo que
se visualiza es una feroz lucha por el poder entre el candidato que gane y el
Kirchnerismo que intentará marcar la agenda en todos los ámbitos de la nación
con la clara intención de un retorno al poder en el menor tiempo posible.
Ahora bien, pero si todas estas
especulaciones favorecen al gobierno ¿por qué entonces el juez de la corte Carlos
Santiago Fayt se transformó en el enemigo número uno del Kirchnerismo? La
respuesta se cae de maduro: es por tener el control del tribunal que entiende
en las principales causas judiciales del país que involucra a más de un
dirigente del gobierno (anqe familia) que gobernó la Argentina durante doce
años; esto es más o menos así: si el gobierno controla la corte, le da lo mismo
quien gane las próximas elecciones ya que controlaría la principal herramienta
que le quedaría a la oposición y en el peor de los casos a su propio candidato,
de avanzar sobre eventuales juicios de corrupción que involucra al gobierno
actual y sus ministros. El gobierno no quiere dejar nada al azar antes de irse,
dejar las condiciones institucionales favorables para un pronto retorno al
gobierno, es su objetivo principal ya que, pretende con todas estas reformas de
fondo condicionar al próximo gobierno, aún desde el llano, para luego si fuera
necesario con una diligencia administrativa hacerse de nuevo con el poder.
VICENTE SCORDAMAGLIA
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