lunes, 13 de abril de 2015

LA DUEÑA DEL RELATO

LA DUEÑA DEL RELATO
¿CASTING O CANDIDATURAS?

Poco a poco se van apagando los efectos del impacto profundo que significó la muerte del fiscal Nisman para el mundo democrático en general y para Argentina en particular. El gobierno nacional impulsado por la decisión del juez Rafecas de no darle curso a la investigación que involucra a la presidenta (y otros) por encubrimiento del atentado a la AMIA y el posterior operativo montado para enlodar la investigación y sepultarla definitivamente en el cementerio de las causas justas, (vanidades estas de la política nacional)  situaron nuevamente al gobierno de Cristina, al frente de la iniciativa política nacional alejado de la diatriba cotidiana, los fantasmas de toda amenaza de golpes, complots y operaciones desestabilizadoras que sobrevolaron la política de nuestro país en el último año del recambio presidencial.

Las fechas electorales comienzan así a determinar la agenda política de los argentinos transformando  el caso Nisman en un episodio del pasado rebelando una vez más, el errático destino que construye nuestro país para encarar investigaciones y sucesos oscuros ocurridos en el seno del poder.
En este contexto y luego de manifestar tanta indignación por lo ocurrido (el 18F) los argentinos se “satisfacen” al menos, con saber que en poco tiempo más, tendrán la oportunidad de elegir a un nuevo gobierno que limpie las impurezas del pasado inmediato para subirse con decisión y esperanza a un nuevo comienzo que presupone la expectativa del gobierno por venir.   

Los frentes electorales trabajan a destajo por conseguir candidatos que encabecen sus listas para potenciar su proyección en las encuestas y así entrar en las primarias abiertas (PASO) con alguna posibilidad de triunfo; allí, todo vale a la hora de seleccionar candidatos pareciéndose más a un casting televisivo que a la selección de dirigentes surgidos de sus propias filas con formación política y catadura moral e intelectual.

Sin embargo, en los últimos años de democracia, nunca existió una oferta electoral tan amplia de las distintas fuerzas políticas que se presentarán en las primarias abiertas de este año, al punto tal de que los candidatos, dos del oficialismo y dos de la oposición con chances reales de competir por el premio mayor, apenas se distinguen unos de otros, ya que, poco se sabe de la ideología que los motiva y cuáles son sus argumentos estratégicos para convencer a los argentinos acerca de sus bondades electorales.     
En este contexto me surge un interrogante que de descifrarlo, sería la llave para comprender las reales expectativas de los argentinos ¿Qué relato puede esgrimir Scioli, Randazo, Mazza o Macri después del paso del Kirchnerimo por el poder?; a mi modesto entender, solo dos: prácticas políticas y renovación dirigencial; esto no incluye laudo (el veredicto final le pertenece al pueblo) es decir cuál de ellos está en mejores condiciones de gobernar a los argentinos después de doce años de gobierno Kirchnerista.  

El Kirchnerismo como fenómeno sociológico (difícil de descifrar) es un conglomerado de contradicciones fenomenales,  construyó su poder desde una transversalidad que abarcó desde la derecha pasó por el progresismo de izquierda y tiene su anclaje final en el peronismo, el más radicalizado de ellos.
Construye poder desde un enfrentamiento continuo con el objetivo de polarizar las opiniones de los argentinos y para ello apela a discursos versados fuera de tiempo creando un contexto artificial que le permite justificar su errática acción de gobierno creando identidad y homogeneidad entre sus seguidores.
En este sentido, sostiene la necesidad de reforzar el relato casi a diario para mantenerlo activo bajo protección de que la realidad no erosione su contenido.

Así, el Kirchnerismo, en su rumbo épico, es el paladín de la historia y utiliza un discurso acorde para combatir al imperialismo, a los poderes económicos concentrados, a los medios hegemónicos, el que lucha por la soberanía política y la justicia social, la independencia económica, la democratización de la justicia, lucha por los derechos humanos, protege a los desposeídos, combate el ataque especulativo de los fondos buitres y cuanto mal ande dando vueltas por este mundo; esto es así, porque se instaló desde las usinas del poder, la idea de que los argentinos se han desencantado de la política y en consecuencia, de su sistema democrático. Se impuso así, la idea de que este “movimiento” es el sustituto perfecto de la falta de representación que tienen los partidos políticos tradicionales; en verdad, esto es una media verdad.

Esta suerte de “movimiento ideológico” germinó sobre el vacío político e ideológico que dejó el colapso del sistema de partidos que dejó la crisis del 2001; fue la tierra fértil que abonó el Kirchnerismo para estructurar su relato y construir en base a ello un poder que perdura a pesar de su fecha de vencimiento en la estructura de poder institucional y que amenaza con prolongar su hegemonía más allá de las próximas elecciones aun perdiendo las elecciones generales.     

En este sentido, el Kirchnerismo en el poder (y así lo hará en el llano) defiende su modelo a ultranza sin perjuicio de inventario sabiendo que ha dejado a sus oponentes sin discurso épico y que solo les queda el “débil” resquicio de las innumerables denuncias, de las cuales, la mayoría de ellas quedaran en el arcón de los recuerdos para ser investigadas en un futuro lejano por algún historiador cuando estas ya no puedan producir efecto alguno sobre las instituciones de la república.

Finalmente la presidenta sabe que es la única que puede polarizar la elección nacional y transformarse en la principal electora, condicionando a un candidato propio o en su defecto elegir al contrincante que mejor le calce a su proyecto.



VICENTE SCORDAMAGLIA

1 comentario:

Luciano Scordamaglia dijo...

es la realidad que vivimos hoy en dia, y cada dia esta mas marcada la diferencia cuando mencionas "polarizar las opiniones de los argentinos", no es muy frecuente encontrar un artículo con tanta objetividad.
Scordamaglia Luciano
Bahia Blanca