domingo, 3 de enero de 2016

¿VISTE? ¡YO TE LO DIJE!

¿VISTE? ¡YO TE LO DIJE!

A los pocos días de que Macri asumiera la Presidencia de la nación y al conocerse las primeras medidas, un peculiar saludo se popularizó entre los Cristinistas más acérrimos; éstos, recibían a sus “adversarios” con un eufórico: ¿viste?, ¡yo te lo dije!. El saludo tradicional, cordial y amigable que utiliza el común de los mortales fue reemplazado por esta irónica frase cargada de agresividad y rencor hacia sus “oponentes”. 
El saludo entre dos personas, es en general una expresión de deseo en la que, quien emite el saludo, le está deseando buenos augurios a otro, en el caso que nos ocupa, los Cristinistas, le están achacando a su ocasional “contrario” una culpabilidad a priori, y como consecuencia le están deseando a esos ingratos que no los votaron que caiga sobre ellos y su gobierno todos los males que reinan en este mundo sin importar que esas calamidades también alcanzarán a todos los argentinos.

Por lo que sabemos de la psicología, este es un mecanismo de defensa para atenuar el dolor ocasionado por la pérdida del gobierno, pero lo más grave es castigar a todos aquellos que no piensan como ellos y votaron en contra del gobierno de Cristina de Kirchner. Este deseo que encierra un meta mensaje cargado de sentimientos llenos de odio y perversión, produce en algunos sujetos un “alivio” de conciencia que al legitimar los malos augurios justifican su profecía catastrófica sobre el futuro del gobierno y del país. 

En este contexto en el que Macri y su equipo intentan consolidar el gobierno con sus medidas, un conjunto de conflictos se les vienen encima de los cuales tres son los de mayor repercusión y trascendencia económica y política: el primero tiene que ver con el levantamiento del CEPO; por lo que se aprecia en los primeros días parece haber sido recibido con cierta “aprobación” en los distintos sectores de la sociedad ya que los temores de una disparada del dólar no ocurrió, sin embargo, en el mediano plazo, las consecuencias pueden escalar desfavorablemente si la devaluación implícita en la medida no contempla el deterioro de los salarios más bajos que verán licuarse su poder adquisitivo. El segundo está relacionado con el primero ya que la amenaza de despido de trabajadores tanto de organismos del Estado como del sector privado me parece inoportuno, esto pone en riesgo la frágil gobernabilidad existente en nuestro país; al respecto, se deberá encontrar la fórmula que atenúe el impacto de dejar a cientos de miles de trabajadores en la calle; es verdad, el Estado tiene excedente de personal en todas las plantillas, pero si los gobiernos provinciales, en donde el 80 % de sus pobladores trabajan en el estado siguieran con la misma lógica que el Estado Nacional encenderíamos la mecha de un estallido social sin precedente. 

Un pacto social entre Estado, empresarios y trabajadores se hace necesario para permitir que el nuevo plan económico comience a ponerse en marcha y muestre sus virtudes, creando nuevos empleos que permitirían entrar en un círculo virtuoso que redundará en el bienestar de la población. Finalmente y como dice un amigo entrañable, la gente reclama honestidad, transparencia y apego a las leyes vigentes en la Constitución Nacional, debo acordar con él que por ahora estos valores tan anhelados no están bien asentados.   

Vicente Scordamaglia


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