¿VISTE? ¡YO TE LO DIJE!
A los pocos días de que Macri asumiera la Presidencia de la
nación y al conocerse las primeras medidas, un peculiar saludo se popularizó
entre los Cristinistas más acérrimos; éstos, recibían a sus “adversarios” con
un eufórico: ¿viste?, ¡yo te lo dije!. El saludo tradicional, cordial y
amigable que utiliza el común de los mortales fue reemplazado por esta irónica
frase cargada de agresividad y rencor hacia sus “oponentes”.
El saludo entre
dos personas, es en general una expresión de deseo en la que, quien emite el
saludo, le está deseando buenos augurios a otro, en el caso que nos ocupa, los
Cristinistas, le están achacando a su ocasional “contrario” una culpabilidad a
priori, y como consecuencia le están deseando a esos ingratos que no los
votaron que caiga sobre ellos y su gobierno todos los males que reinan en este
mundo sin importar que esas calamidades también alcanzarán a todos los
argentinos.
Por lo que sabemos de la psicología, este es un mecanismo de
defensa para atenuar el dolor ocasionado por la pérdida del gobierno, pero lo
más grave es castigar a todos aquellos que no piensan como ellos y votaron en
contra del gobierno de Cristina de Kirchner. Este deseo que encierra un meta
mensaje cargado de sentimientos llenos de odio y perversión, produce en algunos
sujetos un “alivio” de conciencia que al legitimar los malos augurios
justifican su profecía catastrófica sobre el futuro del gobierno y del país.
En
este contexto en el que Macri y su equipo intentan consolidar el gobierno con
sus medidas, un conjunto de conflictos se les vienen encima de los cuales tres son
los de mayor repercusión y trascendencia económica y política: el primero tiene
que ver con el levantamiento del CEPO; por lo que se aprecia en los primeros
días parece haber sido recibido con cierta “aprobación” en los distintos
sectores de la sociedad ya que los temores de una disparada del dólar no
ocurrió, sin embargo, en el mediano plazo, las consecuencias pueden escalar
desfavorablemente si la devaluación implícita en la medida no contempla el
deterioro de los salarios más bajos que verán licuarse su poder adquisitivo. El
segundo está relacionado con el primero ya que la amenaza de despido de trabajadores
tanto de organismos del Estado como del sector privado me parece inoportuno,
esto pone en riesgo la frágil gobernabilidad existente en nuestro país; al
respecto, se deberá encontrar la fórmula que atenúe el impacto de dejar a
cientos de miles de trabajadores en la calle; es verdad, el Estado tiene
excedente de personal en todas las plantillas, pero si los gobiernos
provinciales, en donde el 80 % de sus pobladores trabajan en el estado siguieran
con la misma lógica que el Estado Nacional encenderíamos la mecha de un
estallido social sin precedente.
Un pacto social entre Estado, empresarios y
trabajadores se hace necesario para permitir que el nuevo plan económico
comience a ponerse en marcha y muestre sus virtudes, creando nuevos empleos que
permitirían entrar en un círculo virtuoso que redundará en el bienestar de la
población. Finalmente y como dice un amigo entrañable, la gente reclama
honestidad, transparencia y apego a las leyes vigentes en la Constitución
Nacional, debo acordar con él que por ahora estos valores tan anhelados no
están bien asentados.
Vicente Scordamaglia
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