jueves, 7 de enero de 2016

CONSENSOS, DECRETOS Y OTRAS YERBAS

CONSENSOS, DECRETOS Y OTRAS YERBAS
Las razones por las cuales el oficialismo encuentra justificado gobernar por decreto de necesidad de urgencia (DNU) son la falta de mayorías parlamentarias. Mientras dure la recesión en ambas Cámaras, Diputados y Senado, y como se explican a sí mismos no se puede esperar hasta marzo para tomar algunas medidas traumáticas (despidos indiscriminados). Aluden a la necesidad de tomar decisiones en el corto plazo, aunque esto tenga un costo político y sea del modo más conflictivo con el que lo hizo el Kirchnerismo cuestionado por el conjunto de la oposición incluyendo al actual gobierno quienes los criticaron hasta el hartazgo. Esta metodología no es que no esté contemplada en la Constitución Nacional, pero convengamos que es solo para casos extremos ¿la situación actual lo es?.

La salida a todos los inconvenientes aludidos se hubieran resuelto con un simple llamado a sesiones extraordinarias, facultad esta que posee el Presidente de la Nación; convengamos entonces que las razones aludidas no se corresponden con la realidad y es justo sospechar entonces que las razones que tiene el gobierno son otras más allá del simple inconveniente del receso parlamentario.
Es evidente por lo que sabemos, que el actual gobierno comienza a tomar plena conciencia de la situación en la que se encuentra el Estado Nacional, Provincial y los Municipios en general; el desorden generalizado que subyace en la administración pública es comparable al de una ciudadela tomada por fuerzas invasoras luego de sufrir una derrota frente al enemigo. Entre los que vienen y los que se van no existe ningún orden posible; las oficinas en muchos casos todavía permanecen ocupadas por los funcionarios  del gobierno anterior, las cajas saqueadas y los instrumentos de medición destruidos adrede para dificultar cualquier medición posible en el corto plazo, y, como si esto fuera poco, la orden que emana de su jefa política hacia los legisladores es la de obstruir todo lo posible la acción del nuevo gobierno para que este no pueda resolver ninguno de los problemas existentes en nuestro país, prueba de ello es la de sabotear la aprobación del presupuesto 2016 para la Provincia de Buenos Aires.

¿Qué hizo que se acelere la campaña de desgaste preparada por el gobierno saliente? Esos secretos a voces dicen que el gobierno nacional prepara una ofensiva judicial contra los funcionarios emblemáticos del Cristinismo, creyendo estos, que la sociedad está dispuesta a bancarlos en esta cruzada “moralizadora” de la política. Dicha decisión del gobierno está fundada en que es necesario desmontar primero el poder de la corrupción vinculada al narcotráfico con ramificaciones en la política existente y en todas las estructuras del estado nacional (léase la fuga del penal). Antes o en paralelo de proceder a una reforma profunda que cambie definitivamente las reglas de juego entre el poder político la gente y sus legítimos representantes es necesario intervenir los focos putrefactos del poder en la Argentina.  

Es evidente que cambiar de raíz las condiciones de impunidad en la que se encuentra el país requiere de un apoyo decidido de la población y el apoyo explícito de todas las fuerzas políticas y sociales para erradicar definitivamente este flagelo que tiene en vilo a todos los argentinos. El gobierno se ha dado cuenta que tiene en el corto plazo dos opciones: una considerar que ésta es la madre de las batallas y como tal jugarse todas las fichas en ella y la segunda es que decida negociar con sectores de mucho poder en Argentina que conciben a la política al límite de lo posible.
Una duda cruel me aqueja: ¿Está la sociedad argentina lista para empujar un cambio profundo con todos los riesgos que eso implica? O como dicen algunos sectores  del medio político sindical ¿a este gobierno le falta política?. 
Vicente Scordamaglia


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