martes, 18 de julio de 2017

LA EZQUIZOFRENIA DE LA POLITICA

LA EZQUIZOFRENIA DE LA POLITICA
De la película “Una mente maravillosa”
“La pesadilla de la esquizofrenia es no saber lo que es verdad.”

La esquizofrenia de la política está por llegar a su máxima expresión. En la medida en que ya nadie sabe quién es quién dentro de nuestras frágiles democracias, las distintas formaciones políticas dicen ser una cosa pero en realidad son otra, así nos pasamos el tiempo tratando de identificar y catalogar entre liberales, progresistas, populistas, peronistas, radicales o sencillamente nos hacemos llamar del campo popular para evitar alguna sospecha dentro mismo de las propias formaciones que nos identifican. 
Las distintas categorías que la Sociología y las Ciencias Políticas le dieron a las formaciones políticas después de que las dos grandes revoluciones (Rusa y Francesa)  cambiaran el mundo; hoy, vaciadas de contenido por el uso y abuso de sus términos ya no simbolizan lo que dicen ser y como consecuencia de ello no representan la realidad presente de millones de seres humanos que intentan descifrar que categorías de todo el catálogo ideológico disponible puede acercarse a las ideas que representen al común de los mortales y sus problemáticas actuales.    

La realidad que vive el hombre “moderno” es un poco más compleja que la que vivía el hombre medio del siglo XIX, su realidad estaba circunscripta a su órbita familiar y su medio laboral, su parcela de tierra y alguna que otra ciudad convertida en mercado público donde el común intercambiaba sus productos y en la cual transcurría la mayor parte de su vida. Las necesidades, las expectativas y sus sueños no excedían este espacio geográfico que lo circunscribía; hoy, es todo más complejo, la vida del hombre medio implica representar y asumir una cantidad de roles al mismo tiempo que hace que el sujeto se vea sometido a severas presiones de su medio social produciendo severos trastornos en su personalidad que aun todavía no se sabe a ciencia cierta el daño que pueda ocasionar en su estructura mental y social; en consecuencia, la política, su máxima expresión institucional del acontecer social no logra contener las múltiples demandas provenientes de una sociedad cada vez más demandante estimulada por el constante bombardeo de los medios masivos de comunicación, donde dicen que un sujeto solo puede ser feliz si tiene una serie de productos superfluos que apenas brindan un poco de satisfacción y su durabilidad no excede el  tiempo que tarda hasta la salida de otro producto que reemplaza al anterior ofreciendo la satisfacción total.

Así en esta “esquizofrenia” generalizada transcurre la vida de la sociedad mundial en una carrera imparable de consumo y descarte en donde las ideologías políticas perdieron la batalla principal de darle sentido a la lucha del hombre por transcender más allá del límite de sus necesidades vitales para subsistir. El sentido de la política pasó de ser un principio filosófico ordenador de la vida social de los pueblos, a una simple gerencia administrativa de bienes y servicios en la que la distribución desproporcionada está creando desigualdades profundas de consecuencias planetarias en donde obcecadamente se construyen sociedades divididas entre ricos y pobres.

Cambiar el rumbo de este trastorno mental que padece la política globalizada, implica también cambiar el sentido de esta y su forma de concebir la vida misma ya que ambas son complementarias en la lucha por construir una sociedad más justa y solidaria por el bien de todos.


VICENTE SCORDAMAGLIA        

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