Artículo de Opinión
POR: Vicente Scordamaglia
Este asunto de las coimas que hoy
tanto se ventila en todos los medios de ambas partes de la grieta con distintas
finalidades, no es un tema nuevo ni original en Argentina. Tampoco es un tema
que la sociedad desconozca ni que se produzca tan solo en el ámbito de la
política como se quiere hacer creer, sino que esta modalidad atraviesa e
involucra a toda la sociedad en su conjunto y a casi la totalidad de las actividades
del quehacer nacional en la que se
practica el negocio coimero. En mucho de los casos es una práctica que se
mantiene sumamente aceitada, situación esta, que valdría la pena investigar
para ir a fondo en este flagelo que carcome a la sociedad por donde se la
mire.
La coima es quizás, la forma de
corrupción más antigua y común que se da en todas las sociedades del mundo, sea
en el ámbito social como en el comercial incluyendo por cierto los ámbitos
políticos, y judiciales fundamentalmente. Todos los sectores en los cuales está
instalado el pago de coimas es para que funcionen determinadas prebendas con un
incremento en los costos de sus productos de por lo menos un 20% o más en
algunos casos exclusivamente para ese fin, costo que en definitiva, lo termina
pagando el consumidor final: ¡el pueblo!
Los coimeros se han cotizado cada vez
más en la medida en que las leyes argentinas (así lo permiten) no son claras ni
contundentes con los aprovechadores de las deficiencias legales que tiene
nuestro sistema jurídico.
Para graficar el caso, tomemos
algunos pocos ejemplos para después ver cuanto afecta a nuestra sociedad.
La sociedad médica
tiene que lidiar con los laboratorios y corporaciones farmacéuticas que inundan
de beneficios a los médicos para que receten determinados medicamentos en
detrimento de otros, lo cual ha generado un mercado millonario que no solo
encarece la medicina en general sino que como consecuencia de ello ya nadie
conoce a ciencia cierta los beneficios de los medicamentos suministrados por
los médicos. Además tenemos en el mismo orden la direccionalidad de los
estudios médicos que capitalizan unos cuantos privados y en su mayoría las
obras sociales que constituyen cuantiosos dividendos para los involucrados
encareciendo aun más el ya inalcanzable acceso a la salud. Congresos, viajes de
estudio y cuantiosos sobres mensuales adornan las paredes (y la cuenta
bancaria) de prestigiosos profesionales
de la salud que hacen gala de estos logros junto a sus especialidades y su
currículum vitae.
También podemos
mencionar el caso de la construcción, véase el ventilado caso del pata Medina,
coimas y extorsiones por doquier para que funcionen las obras: si se paraba la
obra por parte de reclamos de los trabajadores (el pata) Medina mediante un resarcimiento generoso que
desembolsaban las constructoras hacía que las obras retomaran su marcha
rápidamente.
El sector de la
alimentación merece un párrafo en este escueto recordatorio: desafío a
cualquier fabricante o distribuidor de alimentos a que intente colocar cualquier
producto en alguna góndola del supermercado que usted elija y verá cuánto
cuesta el peaje para exhibir un producto en esos lugares tan cotizados;
recuérdese en este mismo orden los negociados con las marcas truchas de ropa,
zapatillas (en la salada o las miles de saladitas desplegadas en los
principales centros comerciales del país) o cualquier tipo de indumentaria que
se les ocurra y veremos cómo se coimea para poseer los mejores espacios de venta
y además con protección incluída de las bandas que pululan en esas tiendas
comerciales, esto es: o pagas la protección o te robo a la salida. Ni que
hablar como disciplinan y extorsionan los gobiernos de turno a los medios de
comunicación con la pauta publicitaria.
En fin, siguiendo
esta línea de abordaje que puede resultar tediosa, fue hecha solo a los efectos
de tener a mano a modo de recordatorio, para describir algunos de los males que
nos afligen desde el comienzo de nuestra historia; podemos decir que es
infinito el alcance que tiene las mil formas de corrupción en donde la coima es
moneda corriente y está incluida en el precio que todos pagamos.
La corrupción en
nuestra sociedad ya se ha constituido como matriz corrupta en donde participan
y viven de ello una cadena de sujetos miembros de sectores claves como la
policía, jueces y políticos que son los que mantienen las zonas liberadas para
que el negociado marche sobre ruedas favoreciendo el negocio de los narcos que
necesitan estas plataformas para blanquear su dinero sucio.
Pero hoy la rueda se
detuvo en la coima de la política ya que es quizás el sitio emblemático en
donde se cuecen todas las operaciones de mayor envergadura de la nación,
denominada la patria contratista: esto es la obra pública, con beneficios multimillonarios que nadie controla,
transporte público, rutas, autopistas, represas, viviendas, inversiones en
todas las provincias que finalmente nadie sabe si se realizan por empresarios inescrupulosos que
coimean para mantener sus privilegios, estafando al estado nacional y provincial,
y si a este descontrol le sumamos la intervención de sujetos que integran cualquiera
de los tres poderes de la nación (ejecutivo, legislativo y Judicial) pues
entonces tenemos el combo perfecto que torna la problemática en cuestión en una
misión casi imposible de resolver en el corto plazo.
La sociedad con el
tiempo naturalizó y por costumbre institucionalizó el curro por encima de los
valores que hacen grandes a las naciones, los valores éticos, el trabajo
genuino, la verdad y la justicia.
Todos sabíamos que
estas cosas sucedían pero nadie se ocupó de desafiar a los poderes de turno que
rodean dichos comercios ilegales para cambiar esas prácticas nefastas que
corroen lo que tocan hasta destruir a la sociedad entera. En este mismo orden nadie se ocupa de
investigar a fondo como es el manejo del dinero entre el Banco Central, los
bancos privados, los acreedores externos y los miles de dólares que a diario se
rifan en la kermese de las finanzas nacionales.
Hoy la sociedad percibe que Argentina
está por desbarrancar, el hartazgo manifiesto hacia su clase dirigencial
requiere convocar con urgencia a los referentes más lúcidos que tenemos en el
país para enfrentar el desafío que implica hacerle frente a los graves
problemas que afectan a nuestra sociedad; pero lo más preocupante es la
escalada de odio que recorre nuestra sociedad ¿será este un nuevo capítulo de
la tragedia argentina?. ¿o de verdad estamos dispuestos a ejercer nuestro
derecho soberano de denunciar a cuanto delincuente pretenda quedarse con
nuestro patrimonio y nuestro futuro e ir a fondo hasta extirpar el cáncer que
nos impide crecer?
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