Artículo de Opinión
¿QUÉ MODELO DE DEMOCRACIA SEGUIR?
Por: Vicente Scordamaglia
“CUANDO CHINA DESPIERTE
EL MUNDO TEMBLARÁ”
NAPOLEÓN BONAPARTE
Mezcla rara de “shusheta” y de Mimí
es quizás la definición que mejor ilustra a nuestra querida y controvertida
nación. Los episodios que se suceden a diario en la clase política argentina
entre Macri y la mentora del frente cambiemos Elisa Carrió por un lado, y los
amagos de la Justicia
junto a las amenazas gremiales por otro, sitúan a la Argentina a la
vanguardia de un país sin autoridad política, sin proyecto de nación y como
consecuencia de ello sin destino en el mediano y largo plazo.
Las extorsiones
y las amenazas (fuego cruzado) tras los actos de corrupción que la justicia
direcciona a discreción junto a un sector de la prensa que se encarga de
instalar visualmente en la opinión pública, están ahogando la posibilidad de
que alguno de los actores políticos involucrados en la vida nacional de esta trama
perversa de matones y canyengues, consiga salir
indemne de tantos episodios de corrupción que habitan de un lado y otro
de la grieta nacional en desmedro de pulverizar, las defensas morales de
nuestra “inmadura” democracia.
Es evidente
que el presidente Mauricio Macri no midió las consecuencias cuando decidió
meter de lleno a la Argentina, no solo para integrarla al mundo (desde el punto
de vista ideológico) sino también en la pelea comercial que hoy están librando
las economías más poderosas que operan a
nivel global, sin perjuicio de las consecuencias dramáticas que esta decisión
tiene para aquellos países como el nuestro que todavía no cuentan con la
protección adecuada de su débil economía
nacional que le de resguardo ante las turbulencias que esta disputa produce.
Una profunda
ruptura y la consiguiente fragmentación de todos los valores sociales políticos
y económicos recorren la sociedad mundial como una pandemia imposible de
detener. Los cambios que se proponen para la época, brutales por su contenido e
injustos por sus resultados, dan cuenta de reformas que dejarán a millones de
personas sin trabajo y sin el sustento mínimo para atender sus necesidades
básicas elementales para su mínima subsistencia, en este sentido, es alarmante
ver como emergen en el escenario internacional personajes que desde fuera de la
política proponen arrasar a sus oponentes: “vamos a barrer del mapa a esos
bandidos rojos” dicho por Bolsonaro presidente electo en las elecciones
Brasileñas. Los nuevos liderazgos que gobiernan gran parte de los países del
mundo se hacen fuertes en un discurso que está por fuera de los partidos
tradicionales y de toda interpretación ideológica posible solo entendible en
relatos que cuestionan la lógica política vigente que viene derrapando sin
terminar de entender los desafíos actuales.
Las
revoluciones socialistas que alumbraron al mundo en el siglo XIX y perduraron
aun gran parte del siglo XX, han dejado de ser un paradigma posible para
resolver la problemática actual dada la complejidad de las economías mundiales
que están haciendo fracasar incluso a la social democracia europea que desde su
creación dio inició a un período prolongado de tiempo con aceptables índices de
distribución de la riqueza y que además tuvo la virtud de incorporar al estado de bienestar a su masa
trabajadora y una mejora en la calidad de vida
de millones de personas, en gran parte de Europa y países periféricos.
Hoy en día, estos modelos que se hubieran podido tomar como ejemplo, comienzan
a mostrar su agotamiento en el modelo de políticas sociales y económicas,
recorriendo el camino inverso expulsando a cientos de miles de
trabajadores fuera del sistema laboral
sin destino cierto.
Por otro
lado como consecuencia de esta crisis política internacional que se manifiesta
en los mercados y las economías del mundo, emergen con fuerza movimientos
“populares” (me resisto a llamarlos populistas) que en nombre de una mejor
distribución de las riquezas pretende incluir a mayor cantidad de personas a un
sistema de gobierno que tenga aceptables índices de justicia social.
Un tercer
modelo que se despliega con fuerza desbordante y está cambiando la ecuación de
las economías mundiales, es el modelo Chino. Mezcla de un sistema de explotación
laboral del siglo XVIII junto a un agresivo modelo económico de expansión que
obliga a aquellos países que alcanzaron un cierto bienestar a promover
profundas reformas laborales con la consiguiente inestabilidad social, política
y económica que estas medidas ocasionan.
El acceso a
los mercados comerciales del mundo, hoy disputados fuertemente por las grandes
potencias, exige una rigurosa disciplina monetaria, bajos costos de mano de
obra (barata) y estructuras de producción sólidas que permitan entrar en una
competencia voraz por los mercados globales.
En nuestro
país se intenta instalar un modelo económico de libre mercado que no se ajusta
a la realidad presente de nuestro tiempo, mucho menos a la realidad caótica de
nuestra golpeada Argentina.
En tiempos
en donde las economías de los países más avanzados cierran sus fronteras y
protegen su economía local, su industria y sus trabajadores nuestro país
recorre un camino inverso y se abre al mundo sin ningún tipo de protección que
le ponga un freno al avasallamiento de nuestra economía nacional.
Volver a las
recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) con su programa económico que
ha fracasado en todos los países en crisis, es retomar el camino que conduce al
precipicio; es endeudarse para pagos de intereses de dinero que nunca entrará a
nuestro país para reactivar la economía y comenzar un nuevo ciclo virtuoso, por
el contrario, son fondos para sanear el déficit fiscal del gobierno o se
aplicaran para liquidar los intereses del dinero que entró para jugar en la
timba financiera en donde los únicos ganadores de este nuevo jubileo: son los
bancos.
El nuevo
presupuesto 2019, aprobado a palos y gas pimienta (al igual que la reforma
previsional) no hace otra cosa que exteriorizar lo impopular de las medidas
económicas que adoptó el gobierno de Macri, que solo tiene como plan
estratégico de gobierno, descargar todo el peso de las reformas que el país
requiere sobre las espaldas de los trabajadores y sus familias.
El nuevo
presidente de Brasil, Bolsonaro, anuncia un nuevo tiempo por venir para toda la
región, habrá que ver entonces cual es la opción según las nuevas categorías
políticas que se han instalado y sus resultados, a partir de allí surge el
interrogante: ¿Qué modelo de democracia seguir? ¿Populismo de izquierda o
Populismo de derecha?. Habrá que ver, el tiempo y los hechos nos darán la
respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario