lunes, 21 de agosto de 2017

NI VENCEDORES NI VENCIDOS… CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD

NI VENCEDORES NI VENCIDOS… CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD
¡En democracia el único que gana cuando elige libremente es el pueblo!

Si usted creía que este era un país perdedor, amargado y aburrido, el domingo pasado, en el cierre de las elecciones nacionales, la clase política de nuestro país demostró lo contrario; todos festejaron alegremente como legítimos vencedores, y no porque hayamos tenido una jornada democrática ejemplar, y en verdad ese es nuestro mayor activo a futuro, sino porque todos los candidatos mejor posicionados creen haber ganado las elecciones primarias de medio término.
El Presidente Macri y los suyos ganaron porque creen que la gente votó la continuidad de las medidas de gobierno sin importar el costo que esto tiene para los sectores más vulnerables de la sociedad; en otro orden Cristina ganó porque cree que el pueblo le vuelve a dar la oportunidad de retornar al poder y restituir todas las medidas fallidas de su gobierno pasado, solo que los Macristas le armaron un escenario para que no aparezca en las primeras planas de los diarios locales y del mundo como la ganadora de las elecciones; y Massa ganó porque cree que es él quien le pone límites a los intereses de Cristina y se siente competitivo a la hora de esperar el desgaste del gobierno porque cree que en el 2019 será el elegido de la gente.

La verdad, es que ningún dirigente político ganó las elecciones del domingo pasado convertidas en un plebiscito nacional, no solo de la gestión del gobierno actual,  sino en la misma línea también lo hizo con la actitud y el rol que debe tener la oposición; a lo sumo, lo que podemos decir en términos de ganadores y perdedores es que lo que aquí hubo, es un categórico empate electoral. En realidad el único ganador en todo este desaguisado explotado hasta el cansancio por los medios de comunicación, es el pueblo que se expresó libremente para otorgarle al gobierno una cuota más de confianza; al mismo tiempo la gente le dijo a Cristina que todavía falta tiempo para corregir los errores cometidos durante doce años de gobierno Kirchnerista y sanar las heridas abiertas que dejó su última gestión, y finalmente en el mismo orden, ¿“resguardó” a Massa de un desgaste prematuro? señalando que debe seguir trabajando con su proyecto de 1pais porque si el diablo no mete la cola puede ser la alternativa de gobierno en las elecciones presidenciales de 2019. Todo esto lo veremos de aquí en adelante porque todo esto es información en desarrollo como dice el periodismo.

Ahora bien, si como dicen todos los analistas (y en esto coinciden) 2 de cada 3 ciudadanos le dijeron que no al gobierno y del mismo modo 2 de cada 3 le dijeron que no a Cristina y el tercero en discordia Massa sacó menos votos que nunca ya que Margarita le aportó un 7 % a su haber pues entonces, el escenario que tenemos por delante no es que tenemos una amplia oferta electoral sino más bien se trata de una profunda crisis de representatividad política y de complejo tratamiento inmediato.

Pero metamos un poco más la cuchara en el desaguisado. Como vimos en la campaña electoral estos tres dirigentes realizaron actividades idénticas para llegar al voto de la gente; casi la misma escenografía, el mismo discurso sobre las cosas que faltan realizar resaltando las deficiencias de sus oponentes para tal fin y bajando al territorio para escuchar los problemas de la gente. ¿Pero si los tres hicieron lo mismo quién marcó la diferencia? Y la respuesta es muy simple: fue aquel que le dio mayores certezas al pueblo y aquí cambiemos sacó una leve ventaja. La certidumbre de la gobernabilidad expresada en votos es quizás el elemento más significativo que están dejando las elecciones de medio término, más allá de la conformación de las dos cámaras esto es, Senadores y Diputados herramienta indispensable para conseguir quórum propio o consensuar con la oposición si fuera necesario; en este sentido el resultado siempre será seguir consolidando estratégicamente la democracia argentina de cara al futuro, como así también construir espacios de consensos necesarios que nos lleven a reformar todos los instrumentos institucionales que la democracia necesita para  obtener una Argentina más plena enriquecida por la diversidad, la pluralidad y la tolerancia.

Quizás (para terminar con este escueto análisis) lo que resta de aquí a las elecciones definitivas de octubre próximo es que todos nos demos cuenta (no solo los políticos) que allí afuera de nuestras fronteras nos espera un mundo hostil dispuesto a hacernos pagar caro todos nuestros errores y nuestras bajezas si es que no asumimos con responsabilidad la empresa de construir una gran nación sólida y duradera que nos incluya a todos.


VICENTE SCORDAMAGLIA

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