Artículo de Opinión
BAILANDO PARA LOS MERCADOS
Por: Vicente Scordamaglia
La gente está enojada,
se percibe en cada lugar de trabajo, en el hogar o en cada establecimiento
educativo; la calle está que arde, con el blanqueo de las cifras de la pobreza
en un acto de sincericidio gubernamental, el dato ofició como un baño de
realidad para la población que al ver la verdad de las estadísticas de un INDEC
saneado y confiable comienza a tomar contacto con la verdadera dimensión de la
crisis económica causada por el gobierno del Ingeniero Macri.
Así y todo, el
gobierno trata de vender previsibilidad, esto importa para los mercados como
así también para la gente que busca desesperadamente encontrar el rumbo de un
camino que hasta ahora ha sido regido por reglas cambiantes imposibles de
decodificar en cuanto a las señales que debe dar el gobierno para que la
economía empiece a funcionar.
Para ello, el gobierno
debe desmontar con urgencia todos los servicios
públicos que desde el comienzo de su mandato se propuso dolarizar: servicios
básicos, luz, gas, agua, trasporte y control de la canasta básica de precios
cuidados que hasta ahora se cotizaron al ritmo de la subida del dólar. Esta
medida daría un poco de alivio al ya difícil momento que vive en especial la
clase trabajadora y sus familias arrinconadas por constantes aumentos de precio
de los insumos básicos indispensables aunque más no sea, al menos para
subsistir.
Doce millones de
pobres (12.000.000) y 19,06% de hogares están en la frontera entre la pobreza y
la indigencia, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en lo que va del
mes ronda el 6 % y todavía no se conoce
el tiempo que va a durar la profundidad de la crisis.
A todo esto, el gobierno
sigue obstinado en sostener un plan político de desintegración social. No es
verdad que este sea el único camino como sostiene el presidente y nos quiere
hacer creer a todos los argentinos, en todo caso, es el único camino que conoce
el gobierno y su equipo de gobierno ya que solo habla para los mercados porque
sabe que este plan económico solo produce más desigualdad y requiere de muchos
dólares para parar el drenaje de las exiguas reservas que hoy dispone el banco
central: allí es donde cobra sentido la puesta en escena y la sobreactuación
del presidente argentino convertido en un seductor latino y bailantero con
proyección internacional que no logra (a pesar de haber puesto en juego estos
malabares y sus atractivos personales) dar la previsibilidad que requieren los
inversores.
Una mirada rápida de
este desorden económico alcanzado por el gobierno actual, tiene que ver con un
alto grado de soberbia por parte del jefe político de esta coalición, desde su
campaña presidencial Mauricio Macri creyó y (por lo visto) sigue convencido que con solo acceder al gobierno
dispondría del favor de los mercados internacionales eligiendo a la Argentina como el
destino ideal para sus inversiones. No tuvo en cuenta jamás el viraje que
estaban dando las naciones con capacidad de invertir en países emergentes,
economías estas más protegidas por sus gobiernos teniendo en cuenta que ya se
insinuaba, con la fuerte penetración de China a los mercados internacionales,
una feroz guerra comercial que desestabilizaría economías frágiles como la
nuestra sin capacidad de intervención ni decisión en el concierto
internacional.
Sin entender este
contexto por demás complejo de resolver incluso para economías mucho más
fuertes que la nuestra, solo nos queda el mote de mangadores seriales y a lo
sumo que venga algún inversor desprevenido que convine inversión improductiva
con especulación financiera tanto sea para estos que necesitan mover sus
divisas de un mercado a otro solo con fines de lucro.
Finalmente, solo
quedan dos semestres para que el gobierno junto al Fondo Monetario
Internacional (FMI) acierten en las políticas adecuadas que dinamicen la
producción en nuestro país ya que, si este gobierno naufraga, no solo le irá
mal en las próximas elecciones a quienes administran en la actualidad sino que
además, el nuevo gobierno que ingrese, cargará en su mochila el fracaso de toda
la clase política por su incompetencia a la hora de gobernar.
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